(Por Oscar Castelnovo/APL)El 18 de septiembre de 2006, Jorge Julio López salió de su casa en La Plata, rumbo al tribunal donde se desarrollaban los alegatos del juicio contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz. Nunca llegó. Desde entonces, nada se sabe de su paradero. La democracia argentina cargó así con una herida insoportable: la segunda desaparición de Julio López, testigo clave en un proceso histórico contra los responsables del terrorismo de Estado.
López, albañil y militante barrial, había sido secuestrado en 1976 y sobrevivió a centros clandestinos de detención como el Pozo de Arana y la Comisaría 5ª de La Plata. Su testimonio, treinta años después, fue decisivo para condenar a Etchecolatz a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad. Aquella palabra recuperada, frágil y luminosa, se transformó en un arma de justicia. Y por eso mismo fue silenciada.
La causa judicial por su desaparición avanza con la parsimonia de la impunidad. Recién meses después se reconoció que no era un simple “averiguación de paradero”, sino una desaparición forzada en democracia. A lo largo de los años se revisaron cruces telefónicos, cuerpos NN, tumbas sin identificar; se ofrecieron recompensas millonarias; se renovaron promesas políticas. Nada. A casi dos décadas, no hay un solo condenado, ni una respuesta concreta a su familia y a la sociedad.
En este recorrido, el papel de la abogada Myriam Bregman, entonces querellante en el juicio a Etchecolatz, fue y sigue siendo central. Fue ella quien, junto a otros compañeros y compañeras, estuvo junto a López en el proceso judicial. En su alegato, Bregman reclamó que los crímenes fueran juzgados como genocidio, no solo como delitos individuales, subrayando la dimensión sistemática de la represión.
Tras la desaparición, Bregman denunció la inacción y el encubrimiento. Señaló la responsabilidad política del gobierno kirchnerista en no garantizar la seguridad de los testigos y en frenar la investigación. Denunció también a la Policía Bonaerense como engranaje activo en las amenazas y la impunidad. Presentó habeas corpus, presionó en tribunales y en las calles, mantuvo viva la exigencia de justicia. Y lo sigue haciendo: cada año, en cada acto, insiste en que Julio López no es un nombre del pasado sino una deuda del presente.
“El caso López demuestra que el aparato represivo no fue desmantelado, que persisten las estructuras que hicieron posible el genocidio”, repite Bregman. Su voz no solo es la de una abogada militante: es también la de una generación que entiende que la democracia argentina no puede naturalizar la desaparición de un testigo en plena luz del siglo XXI.
Hoy, a 19 años, la pregunta sigue abierta y punzante: ¿qué pasó con Julio López? Pero junto a esa ausencia, hay una certeza que articula la memoria popular: la desaparición de Julio López no se olvida, no se archiva, no se resigna. Su figura encarna la lucha por verdad y justicia, la denuncia contra la impunidad, y la convicción de que recordar es un acto de combate.
Cronograma sobre Jorge Julio López
- 1976 – Primera desaparición: 21 de octubre: secuestro y cautiverio en centros clandestinos (Pozo de Arana, Comisaría 5ª de La Plata).
- 1979 – Recupera la libertad: Regresa a su barrio en Los Hornos y a su oficio de albañil.
- 2000-2006 – Testigo en juicios: Comienza a declarar sobre crímenes de la dictadura.
- 2006 – Juicio a Etchecolatz: Testimonio clave de López. Alegato de Myriam Bregman reclamando que los delitos sean juzgados como genocidio.
- 18 de septiembre de 2006 – Segunda desaparición: López desaparece camino a los alegatos finales del juicio.
- 19 de septiembre de 2006 – Sentencia histórica: Etchecolatz condenado a perpetua por genocidio. López no escucha la sentencia.
- 2007-2015 – Causa paralizada: Recién se reconoce como desaparición forzada. Se investigan llamadas y cuerpos NN, sin resultados.
- 2016-2021 – Reactivación parcial: Relevamiento de tumbas, ADN, recompensas. Sin hallazgos.
- 2022 – Recompensa oficial: El gobierno ofrece hasta 5 millones de pesos por información.
- 2023-2025 – Memoria activa: Actos en La Plata y todo el país mantienen la pregunta abierta: ‘¿Dónde está Julio López?’.
Voces que no se apagan
Jorge Julio López
“Yo los vi, yo estuve ahí. A muchos los sacaban y no volvían más.”
“Yo quiero que se sepa lo que hicieron, para que no vuelva a pasar nunca más.”
Myriam Bregman
“La desaparición de López nos recuerda que el aparato represivo no fue desmantelado, que sigue ahí.”
“El gobierno kirchnerista encubrió la desaparición de Julio López. Lo que duele es que lo hicieron con total conciencia de lo que pasaba.”
“Julio López no es un símbolo abstracto: es el compromiso de nunca callar frente a la impunidad.”