Diez años de lucha ambiental con identidad

(Por Kuña Mbarete/APL) Hace  una década  se conformó el espacio socioambiental, en la Provincia de Corrientes. Más específicamente en la ecoregión del Y´vera (Iberá). En ella articularon, desde diferentes localidades, una variedad de luchas por la defensa del territorio ante el extractivismo de capitales extranjeros y los agrotóxicos, siendo el reclamo por la muerte de Nicolás Arévalo una bandera por verdad y justicia que acompañó la historia de la organización. En Colonia Carlos Pellegrini, en la Laguna Iberá, el 11 de abril de 2011, un grupo de activistas de “Salvemos al Iberá” realizó el corte del único puente por el que salían los camiones de las arroceras ilegales. Esta actividad extractiva, es una de las varias que sufre la provincia y fue a partir de ese corte que se ordenó el despliegue de un operativo policial desmedido para terminar con el accionar de los y las activistas. Sin embargo, la historia fue otra, porque el encarcelamiento de alguno de ellos generó desde la capital provincial, el reclamo popular por “Libertad a los guardianes del Iberá”, y desde otras localidades una organización de diferentes espacios bajo el mismo lema. En otras palabras, la acción directa por defender el territorio, seguida de la detención, la indignación, puso en palabras lo que los cuerpos ya habían manifestado: serian con su accionar directo, los y las guardianas del Iberá.

Pero de eso ya han pasado 10 años en los que el espacio se fue consolidando a partir del surgimiento de grupos ecologistas en diferentes lugares de la provincia. Estos tenían como característica el estar atravesados por una identidad local y popular donde se evidencio la presencia indígena guaraní en muchos de ellos. En el ecologismo de Guardianes, la articulación con las comunidades indígenas fue necesaria e inevitable, no sólo porque muchas de ellas eran parte de la organización, sino porque “Los guardianes” recién conformados, debían escuchar la voz de quienes hace generaciones son las y los cuidadores de Iberá. En este sentido, comentan: “Guardianes es un movimiento popular y de base, con características libertarias surgidas de la cultura guaraní que predomina en la provincia de Corrientes. Que es una cultura totalmente antiautoritaria de un pueblo que nunca tuvo reyes ni emperadores, sino que los que dirigían eran los `Arandues` es decir, los que hablaban y se expresaban mejor en las asambleas”. 

NICOLÁS ARÉVALO

Nicolas (4) falleció después de pisar un charco de agua contaminado con Endosulfán, un agrotóxico que está prohibido, pero que el ingeniero Ricardo Prieto no dudaba en usar en su tomatera. Esto ocurrió en 2011, en Paraje Puerto Viejo, en Lavalle, Corrientes. En 2016, cinco años después, el acusado fue llevado a juicio, pero logró su absolución por parte del Tribunal Oral Penal de Goya. Sin embargo, la lucha continuó  y tras una apelación a ese dictamen, en 2020 fue condenado luego que  el juez de instrucción Carlos Balestra condenara a Prieto por el homicidio culposo agravado de Nicolás y lesiones culposas agravadas a Celeste Abigail Estévez, su prima que también fue afectada y que lograron salvar.

Josefina Arévalo forma parte del CPI (Consejo de Participación Indígena) Comunidad Rincón Ava, Lavalle;  es referente de la FeCaGua (Federación Campesina Guaraní de Corrientes); miembro de Guardianes del Yvera y tía de Nicolas Arevalo. Señala como estos años de lucha para pedir justicia para su sobrino, fue acompañado por Guardianes. Ella comenta que , si bien fueron horrendos esos años, hubo contención, apoyo de ellos y ellas. Porque la familia solo quería que la verdad de ellos se sepa, se reconozca y se demuestre en un juicio que significó un precedente en la lucha medioambiental de la provincia y de los pueblos fumigados.

LUCHA INDÍGENA Y RACISMO AMBIENTAL

Según las cifras proporcionadas por la ONU, el Banco Mundial, etc;  los pueblos indígenas constituyen  menos del 5 % de la población humana del planeta, pero protegen el 80% de su biodiversidad. A su vez, las personas negras e indígenas están expuestas en mayor medida a la contaminación que se produce en sus territorios, pero comandada desde los centros históricos de poder político, económico y colonial. Por eso, en luchas ambientales en Corrientes, Andalgalá o Chubut, podemos ver la presencia de los pueblos indígenas qué habitan y son parte de ese territorio. Esto no es casual, no solo porque en toda Abya Yala (término del Pueblo Cuna para definir a América) viven resistiendo pueblos milenarios sino porque hay un diseño de políticas públicas, de obviar leyes o mirar para otro lado qué afecta especialmente en donde se encuentran las comunidades indígenas. Esta es una forma de discriminación que se llama racismo ambiental. Simplemente cabría preguntarnos, ¿Existiría la posibilidad de que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se llevará a cabo un proyecto tan destructivo y contaminante como lo que significa una mina a cielo abierto? ¿O un basural? ¿O quizá un desmonte como en el impenetrable?. No. Esas cosas ocurren en otros territorios.

Sin embargo, más allá de que quienes padecen las consecuencias directas son las comunidades indígenas, y que son ellas las que defienden más del 80% de la biodiversidad del planeta, desde el movimiento ambiental se les quita del centro y se los excluye de la discusión política. 

Ejemplo de esto fue la Cumbre Social por el Clima, donde los privilegios de quienes la organizaron se evidenciaron por todos lados. La Cumbre realizada en Madrid en diciembre de 2019, ignorando por completo qué en América Latina se daban estallidos sociales y golpes de estado. A su vez, la sede es establecida en un lugar y  por personas que no vivían de forma directa el conflicto socioambiental. También hay que resaltar que los y las organizadoras no son indígenas, es decir, para asegurar una cierta presencia de pueblos originarios muchos hermanos y hermanas tuvieron que trasladarse a Europa para “formar” parte del debate medioambiental al cual desde hace más de 500 años le ponen el cuerpo. Esto, claro está, si se contaba con los medios para hacerlo. Por último, en dicho evento se quiso bajar a los indígenas que habían viajado hasta allí porque querían hablar más de los 6 minutos que les asignaron para hablar. Pero como la resistencia y la lucha la llevan a todas partes, permanecieron en el escenario bailando a modo de protesta. Por esto último, desde la organización de la Cumbre, decidieron apagar las luces.

Esta negación en la lucha ambiental de la presencia indígena es más difícil que ocurra en otros contextos. Ceder espacios, escuchar a las comunidades es una práctica que reconoce quienes son los y las guardianas desde hace siglos . Por ejemplo, sería iluso pensar qué se puede sacar de la defensa territoriales lxs mapuche en Chubut, lxs diaguitas en Andalgalá, o lxs Guaraní en Corrientes. Por eso, no es una opción “ceder” ese espacio, sino que a veces, como con Guardianes del  Y´vera, la presencia guaraní es tan fuerte que no pide permiso, se instala y da frutos.

Esos frutos, que están cumpliendo 10 años, acercan esta canción para los corazones y espíritus en lucha:

Grito de tierra adentro que no se rinde

Luna que enciende el agua del Yvera

Polvo, arena candente siesta de enero

Nos ha fortalecido la voluntad.

Nos alimenta el fruto de nuestra tierra

Mano, semilla, brota felicidad

ykaraipyre estamos cuando del cielo

vuelve el agua que nos da comunidad

somos guardianes de esta tierra sin dueño,

criados por nuestro dulce avañe’e,

Sapukay rudo que se abre en la picada,

resistencia paisana y mbarete!

Guardianes del Y’vera, ¡nunca vamos a aflojar!

no abandonamos, siempre adelante,

agua y comunidad,

Guardianes del Y’vera, ¡nunca vamos a aflojar!

no abandonamos, siempre luchando,

por tierra y por libertad!