El 21 DE JUNIO DE 1633 LA IGLESIA CATÓLICA CONDENÓ  A GALILEO GALILEI POR HEREJE: «EPPUR SI MUOVE»

(Por Fernanda Giribone/APL) Un día como hoy, pero de 1633 la Iglesia Católica condenaba a Galileo Galilei a prisión perpetua y lo obligaba a abjurar de sus ideas. En épocas de terraplanismo desde Agencia Para La Libertad recordamos esta injusticia y festejamos el dilatado triunfo de la razón.

Bajo amenaza de tortura Galileo se vio forzado a confesar una herejía. De rodillas, y para salvar su vida, tuvo que decir que la Tierra era el centro del Universo, algo que desde ya no creía y que iba en contra de todo aquello que había observado como científico. Por esto, según cuenta la leyenda, al finalizar su confesión improvisó entre dientes una frase que pasaría a la posteridad: “Y sin embargo, se mueve”, dando cuenta de la traslación del planeta tierra al rededor del Sol.

La pelea de la Iglesia Católica (con sus tribunales de la Santa Inquisición) con Galileo Galilei tienen para este momento un largo recorrido.  En 1616 fue alcanzado por la censura, y en 1633 fue juzgado por incumplir esta orden. Se le acusaba puntualmente de presentar pruebas para demostrar su teoría. Es que la Santa Inquisición -desde los juicios del 16- solo le permitía a Galileo postular a la Teoría Heliocéntrica como una simple hipótesis, teniendo prohibido realizar acciones que pretendieran establecer su veracidad.

Pese a esto, en 1632, Galileo escribió un libro, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, donde aparecen pruebas a favor de la Teoría Heliocéntrica, una hipótesis copernicana, que sostenía la loca idea de que la Tierra no estaba en el centro del Universo, sino que era sólo uno de los planetas que orbitaba alrededor del Sol.

Según biógrafos de Galileo Galilei aparentemente aquella orden dada en 1616 estaba en un acta que no poseía firmas (ni del Cardenal que la emitió, ni del propio Galileo). Esto probablemente, sumado al paso de los años, habría envalentonado al astrónomo a continuar con su investigación.

Así, en 1633, a los 69 años, Galileo fue juzgado en Roma, y bajo amenazas de tortura, obligado a confesar. Tal como se dieron las cosas, el proceso por el que finalmente es condenado Galileo Galilei se trató de un acto de desobediencia. Galileo aceptó su culpabilidad en una comparecencia, el 30 de abril. Obtenida la confesión el tribunal dictó su condena, un 21 de junio de 1633.

Además de la prisión perpetua, una parte fundamental del castigo impartido fue obligar al científico a abjurar de sus ideas: renegar de la visión heliocéntrica del mundo ante un tribunal de la Santa Inquisición. Galileo cumplió. Tras la retractación, el Papa conmutó la prisión común por un arresto domiciliario de por vida.

Enfrentarse a la Iglesia era enfrentarse a la Santa Inquisición y esto implicaba arriesgarse a ser acusado de herejía. Podía a Galilei, costarle la vida, como a Giordano Bruno, quemado en la hoguera de la Santa Inquisición.

Dado que la Iglesia Católica, desde su perspectiva, profesaba la única religión válida, y sus dirigentes eran los únicos conocedores de la ley de Dios. De acuerdo a las Escrituras Sagradas, la Tierra era el centro del universo, esto se convirtió en dogma, y no tuvo posibilidad de ser cuestionado.

La Iglesia no podía reconocer que Galileo y Copérnico tenían razón porque contradecía parte de los fundamentos de su predicamento. Implicaba la posibilidad de cuestionar y revertir, acaso demostrar, que un postulado sostenido por tanto tiempo era simplemente un error. Algo así podría abrir una crisis muy grande para el sistema de creencias, pilar de la dominación y garante de su poderío económico. Para colmo el libro Diálogos presentaba un segundo gran problema: estaba escrito en la lengua popular, no en latín, por lo que divulgaba ideas para toda la población y no solo un limitado número conocedor del idioma erudito.

El texto de la sentencia del 21 de junio fue difundido por doquier. Este tipo de condenas resultaban ejemplificadoras y ayudaban a sostener el poder de la Iglesia. Si hay alguien que para este entonces comprendía el alcance de la comunicación, estas eran la Iglesia y La Santa Inquisición. Primero se esparció por Roma y Florencia. Luego, la noticia llegó a Alemania en agosto, a Bélgica en septiembre. El Papa se encargó de que la sentencia fuese enviada a las nunciaturas de todos los países europeos, para garantizar que se cumpliera la tarea de desmantelar corrientes de pensamiento que pudieran socavar la integridad de la fe católica. En este sentido hay quienes sostienen que este veredicto frenó la publicación de un libro de Descartes.

Galileo por su parte, aceptó la condena con resignación, aunque tenemos la leyenda que dio vida a la frase “eppur si muove” (“y sin embargo, se mueve”). Un historiador de la Ciencia, Stillman Drake, experto en la obra de Galileo, considera por el contrario, que nuestro héroe científico no pronunció la famosa frase. Alega que dada la situación de Galileo este no podría haber lanzado una frase tan desafiante. Por nuestra parte nos parece más probable que el señor Stillman no conozca el poder imperativo de la convicción.

Galileo cumplió su pena en su villa de Arcetri, próximo al convento donde residían sus hijas: la hermana María Celeste y la hermana Arcángela. Cerca del mar, permaneció en su casa, trabajando, rodeado de discípulos, hasta su muerte el 8 de enero de 1642, a la edad de 77 años. Su cuerpo fue inhumado en Florencia el 9 de enero.

El 13 de marzo de 1736 un mausoleo fue erigido en su honor en una iglesia, la Santa Cruz de Florencia. En 1822 se levantó el veto formal a sus enseñanzas. Pero su condena fue anulada recién en 1992.

La Iglesia Católica, tras efectuar un “exhaustivo” estudio del proceso judicial, y a pesar de la oposición de algunos sectores (que sostenían que la condena había estado justificada pues la tesis de Galileo carecía de argumentos científicos en la época en que fue publicada), el papa Juan Pablo II exhortó a la Santa Institución a reconocer los errores. Así, en 1992, aunque a la Iglesia le llevara 359 años, 4 meses y 9 días aceptarlo, se confirma el hecho de que todo se encuentra en movimiento.

*En esta nefasta “era de la posverdad” en la que nos encontramos inmersos, corrientes “conspiranoicas” pretenden negar conocimientos acumulados por la humanidad que tienen, en algunos casos, más de 2000 años de antigüedad. La posverdad es el inicio de una mentira útil. Es encontrar explicaciones sencillas (falsas) a problemas complejos. Es crear “conocimientos” con la prioridad de que sean congruentes con creencias previas. Las teorías de la conspiración siembran desconfianza en el otro, inventan enemigos (para esconder a los verdaderos verdugos de la sociedad). Pretende manipular. En este sentido traemos esta efemérides para festejar el triunfo de la razón, esa virtud que posee el ser humano para cuestionar, reconocer, comprobar, debatir, así como de deducir y/o inducir conceptos diferentes a los que uno ya domina.