Con este título comienza el comunicado de Guardianes del Yvera, un grupo ambientalista de la provincia de Corrientes. Ellxs, el pasado 3 de diciembre, dieron a conocer como en un contexto de crisis hídrica, de sequía prolongada, de reducción del caudal de los ríos principales y de riesgo de incendios, hay empresarios privados que tienen la total libertad de drenar un río. Contactos de prensa: Miriam Sotelo 3782 414422/ Cristian Piriz 3794 598172/ Florencia Romero Marain 3794 376896
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“AMBIENTALISTAS EXIGEN UN CAUDAL ECOLÓGICO PARA QUE LOS RÍOS Y HUMEDALES NO MUERAN
Esta semana se conocieron las noticias que el río Miriñay se secó por la acción irresponsable e ilegal de la empresa arrocera Marcos Schmukler S.A. que construyó un terraplén a la altura del kilómetro 126, cerca de Curuzú Cuatiá, y que el río Corriente o Aruhary (nombre en guaraní que significa “que trae agua”) dejó su cauce al descubierto muy cerca de Palmita, a unos 10 kilómetros de Perugorría, por la acción de varias bombas, propiedad de la varias veces denunciada multinacional Adecoagro.
“No es la primera vez que se realiza la construcción de una obra hidráulica por parte de compañías que administran empresas dedicadas a diferentes actividades productivas, sin tener en cuenta el impacto sobre el ambiente, su fauna y su flora y la alteración de los ciclos naturales que regulan estos ecosistemas” indicó Miriam Sotelo, miembro de la comunidad indígena Yahavere y CPI del pueblo guaraní de Corrientes.
“En el 2006 Hacienda San Eugenio (en aquellos años Forestal Andina) construyó un terraplén en el paraje Yahavere, Concepción, de más de 20 km de extensión afectando la escorrentía de las aguas y la vida de toda mi comunidad” recordó Sotelo, quien también es integrante fundadora de Guardianes del Yverá.
MÁS ANTECEDENTES
En el 2009 la senadora Josefina Meabe de Mathó es denunciada por desarrollar explotaciones arroceras ilegales en la reserva Iberá, robando aguas públicas en reiteradas ocasiones.
En el 2011 se frena un mega proyecto arrocero de los hermanos Aranda y George Soros que pretendía desviar el curso de agua del arroyo Ayuí y represarlo.
En el 2013 fue denunciado un nuevo terraplén ubicado en los Esteros del Gallo Sapukay, Mercedes, con similares consecuencias que en Yahavere, posteriormente resuelto por la justicia a favor de los pobladores denunciantes.
En ese mismo año se impulsó la instalación de una planta de celulosa sobre el río Paraná a la altura de Ituzaingó, que se frenó por la presión social.
En el 2017 se realizaron con autorización de los organismos de control dragados en el Riachuelo, destruyendo su ribera y generando más problemas que soluciones respecto a las inundaciones que afectaban a las poblaciones vecinas.
“El caso reciente en Curuzú Cuatiá y los antecedentes demuestran lo que sucede cuando se prioriza el interés económico de unos pocos por sobre el bienestar de los
ecosistemas y sus pobladores” consideró Emilio Spataro, asesor técnico de la organización.
“Entendemos que es fundamental como criterio el caudal ecológico a la hora de autorizar obras de este tipo. Esto significa que el agua que se extrae de ríos, arroyos y todo cuerpo de agua no supere la cantidad necesaria para que los ecosistemas sigan funcionando y garantizando los bienes comunes y servicios ecosistémicos de los que dependen las comunidades y poblaciones que habitan allí, garantizando la calidad y régimen de flujo de la misma”, explicó Spataro.
“La legislación provincial establece la creación de comités de cuencas al momento previo de definir la utilización del agua en cualquier tipo de actividad productiva, pero la autoridad de aplicación, el Instituto Correntino del Agua y el Ambiente (ICAA), no convoca a la sociedad o solo hace partícipes a los empresarios y funcionarios afines, como si las aguas fueran propiedad de unos pocos” declaró Cristian Piriz, miembro de Guardianes del Yvera y de la Red Nacional de Humedales (ReNaHU).
“Exigimos que el ICAA priorice el caudal ecológico como instrumento de gestión, a la hora de evaluar los estudios de impacto ambiental pertinentes y convoque los comités de cuenca expresados en la constitución de la provincia cada vez que se intente llevar adelante proyectos que pretendan utilizar el agua como medio para la obtención de beneficios económicos, no queremos que las arroceras se lleven el agua que el río trae” remarcó Piriz.
Dados todos estos antecedentes mencionados, “no se puede continuar con una lógica puramente productivista que no contemple las consecuencias y daños que repetidamente se han generado. Hace años que nuestra región atraviesa una sequía única en todo el siglo, tres años seguidos del fenómeno de la niña, producido por la crisis climática. Esta situación no es nueva, pero al igual que con los incendios de este verano, el gobierno no prevé, no organiza ni prepara medidas hasta que el daño al ambiente y a toda la población, está hecho» sintetizó la licenciada en biología
Florencia Romero Marain del equipo de enfoques ecosistémicos de la organización.
El agua de ríos y humedales no son solo para unos pocos, son bienes comunes que debemos preservar.
¡QUE LAS ARROCERAS NO MATEN NUESTROS DOS MAYORES RIOS INTERIORES!
¡SALVEMOS EL MIRIÑAY Y EL CORRIENTE!”