¿EL PEOR MOMENTO DE MILEI?

(Por Rodolfo «Rulo» Caballero/ APL) El gobierno de Javier y Karina Milei se encuentra en caída y no logran plantar agenda propia. La anterior lógica de funcionamiento en el que los berretines e insultos del ejecutivo imponían el diálogo político, entró en crisis cuando el gobierno inició una secuencia de traspiés, que lo llevó de ser quien instalaba la agenda política a estar semanas en el plano de la excusa y la reacción.

El inicio de la debacle gubernamental fue Davos. Los dichos de Milei del 23 de enero fueron un revés para el gobierno. Las barbaridades ultraderechistas del mandatario quedaron fuera de lugar, insultando incluso una parte de sus propios votantes. 

Las trastabilladas pegaron un salto exponencial con el escándalo Libra que, como cereza de postre, aportó el vergonzoso derrotero de los intentos de justificaciones, con las acusaciones de “entrevistas ensobradas” y una larga lista de etcéteras.

El cripto-gate, una herida importante a la que se le siguen sumando nuevas revelaciones que demuestran cada vez más la responsabilidad directa de Milei y su hermana, reflejando un nivel de corrupción escandaloso en el seno del gobierno.

Con incendios en la Patagonia, con inundaciones en Bahía Blanca (la segunda vez que la ciudad sufre esta catástrofe durante su mandato) pareciera que la realidad está empecinada en no darle la razón al gobierno. A donde van son repudiados. Primero fue la Bullrich en Bahia Blanca, después le tocó a Javier Milei quien viajó a destiempo -seis días después de la inundación- y blindado por fuerzas armadas, visitó la ciudad sin contacto con la población, más motivado por escapar de CABA y del escenario represivo que se desplegaría en el congreso, que, por verdadero interés, tal como se demostró cuando votaron en contra de la ayuda económica en el Congreso.

De sus dichos de Davos le nacieron las grandes movilizaciones del 1F y del 8 de marzo. Tras meses de reprimir jubilados, ¡la sociedad dijo basta!, y con un nuevo hecho de solidaridad, las hinchadas de fútbol, sindicatos y militantes varios, llamaron acompañar los miércoles las movilizaciones de los jubilados.

Conciente de jugarse la carta del “orden” y la represión, para al menos consolidar su núcleo más duro, el gobierno con Bullrich a la cabeza reprimió la movilización, dejando heridos de gravedad como Pablo Grillo. Por todo esto, pese a la campaña de difamación y de los infiltrados, la saña del gobierno contra jubilados y manifestantes, generó mucho rechazo en la población, quien entrada la noche se reagrupó frente a Casa Rosada para defender el derecho a la protesta y la libertad de expresión. A posteriori su ejército de trolls no pudo frenar el hastío de la opinión pública en las redes. Para este momento las encuestadoras vaticinan que no solo la imagen positiva de Milei ha caído sino que creció la imagen negativa. Por su parte, la marcha del 24 de Marzo también fue multitudinaria. Las luchas se fueron tonificando y ahora la CGT, tras más de medio año de pacto con el Gobierno, se vio obligada a convocar finalmente a un paro general el próximo 10 de abril.

Pero aparentemente las balas definitivas entrarán a este gobierno por la economía, donde continúa el desplome del consumo y la caída del poder adquisitivo. El gobierno se enfrenta a la incertidumbre de si mantiene o no el dólar a 1000, y si logrará llegar a las elecciones sin devaluar. La urgencia por lograr el acuerdo con el FMI hizo que saliera primero por decreto, aunque había dicho en una entrevista con su amigo Viale, que el pedido de préstamo pasaría por el congreso. Sin embargo el estatuto del Fondo Monetario es muy específico en sus exigencias, y una de ellas es que de existir oposición en el Congreso no otorgarían el préstamo. Por otra parte el texto del Decreto de Necesidad y Urgencia nos queda como prueba de lo que el Gobierno finge ignorar. En sus últimos párrafos el decreto dice que hay “necesidad y urgencia” en recibir el crédito porque de lo contrario se

precipitarían hechos financieros complicados para nuestro país. Esto deja en claro que estamos en una crisis económica y que es mentira que “la macroeconomía está bien”. En 2024 el “superavit” del que se jacta el gobierno se cimentó en una terrible poda del gasto público (cinco puntos del PBI). Hubo también cerca de 40.000 despidos en el Estado (y más de 250.000 en total). Los salarios y jubilaciones reales cayeron. La recesión sigue haciendo estragos. En 2024 desaparecieron 12.000 pequeñas y medianas empresas.

El gobierno trata de contrarrestar mostrando sus “logros” (esencialmente la estabilidad del dólar y la desaceleración de la inflación) pero a pesar de la menor inflación se percibe que “la plata no alcanza”. Las jubilaciones son de miserias y los salarios están por debajo de la línea de pobreza, también se desfinancian la salud y la educación y esto se siente en los bolsillos.

Estamos en un año en el que va a tener un gran peso lo político electoral. Esto cruza todo el plan del gobierno, que ahora teme no poder contener el dólar hasta octubre y perder su único logro. Por eso quiere adelantar las elecciones y hace campaña pidiendo el voto para tener “más bancas” con que “enterrar” al kirchnerismo, (“al peronismo, socialismo, a la izquierda”). Polarizan la política, y tantos unos como otros, proponen una salida electoral a este desastre.

Pero fueron las movilizaciones espontáneas y autoconvocadas que tomaron fuerza, las que pusieron de manifiesto la crisis del gobierno. Los hechos concretos que obligaron a la burocracia de la CGT a llamar un paro. 

Para defender la histórica lucha por Memoria, Verdad y Justicia; los derechos de mujeres y disidencias; para enfrentar el fantasma de las privatizaciones y el plan motosierra de Milei salgamos nuevamente el 9 de abril con los jubilados y paremos el 10, haciendo que suene cada día más fuerte: ¡Basta de Milei!

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