(Por Fernanda Rivero/Diario 1) El periodista Héctor Sánchez presenta «El portuario». Y la vinculación de este libro (novela de no ficción) con Paraná está dada porque es la ciudad en donde nació y pasó sus primeros años Legui, el protagonista de la historia, quien también es hijo y nieto de entrerrianos.
Héctor El Negro Sánchez nació en la Capital Federal en 1958. Es periodista y escritor, trabajó en los diarios Tiempo Argentino, Página 12 y Sur; y en las agencias de noticias Ansa y Télam. Publicó en las revistas El Porteño, Fin de Siglo, Rolling Stone y Sudestada y también es conductor de radio. El prólogo describe: “Leer la novela de no ficción El Negro es un placer. Se trata de un trabajo que está destinado –o condenado– a quedar como un testimonio más de esas épocas maravillosas y turbulentas donde los hombres y las mujeres vivían dignificándose con el trabajo, con la transformación del mundo. Con una poética vigorosa y sencilla, este libro cuenta la vida de un hombre íntegro, la de Legui, el portuario. Feroz y apasionado referente de los vulnerables que lleva con la frente bien alta su dignidad a través de la cultura del trabajo y la defensa del esfuerzo colectivo por encima de la meritocracia y el camino individual. No es casualidad que Sánchez, de experiencia única como cronista de la calle, como escritor de fragua peleadora, y como hombre que reivindica la vida ante los escudos de la muerte, se lance a publicar su trabajo en estos años sombríos invitándonos a navegar por una obra indispensable, plena de sentimientos y de costumbres cotidianas de la sociedad trabajadora metaforizada en la vida de los obreros de los puertos”.
En diálogo con UNO, Sánchez contó: “Me inspiré en Alfredo Orellano. Esta es una historia que pude plasmar en un libro a partir de lazos de familia y de amistad de casi un siglo. Mi padre, también nacido en Paraná en 1931, era la mascota del equipo de fútbol en donde se destacaba el padre de Legui (Elías Orellano), el Club Bali que tengo entendido no existe más. Después, Elías pasó a jugar en Patronato y a mediados de los 40 fue uno de los trabajadores de todo el país que emigró hacia Buenos Aires en busca de trabajo y futuro. Mi padre hizo lo mismo hacia 1948 y se reencontraron en la casa paterna de Legui, en Villa Argentina, Avellaneda. Esa amistad perduró, se continuó en Legui y me pude sumar a esa historia de vida a través de los años».
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Como periodista, desde comienzos de los 80, mi primera especialidad fue Gremiales y así fue como pude cubrir muchas de las actividades políticas y sindicales de Alfredo Orellano, Legui del Puerto. Fui testigo de esa vida, la de un trabajador que como cualquier muchacho de barrio que iba a los bailes y jugaba al fútbol con sus amigos, nacía a una militancia abnegada y valiente. Pudo enfrentar obstáculos, demostró osadía y tuvo compromiso para enfrentar a enemigos poderosos».
«Su lucha consecuente para enfrentar y poner en jaque a la burocracia sindical me estimuló para contar esta historia. El objetivo final de la obra es que estas historias valiosas no se pierdan, ante una realidad dolorosa que muestra desdén por lo colectivo y por las acciones solidarias, en aras de comportamientos individualistas. Narrar la vida de un trabajador portuario que creyó siempre en el valor del conjunto y que a medida que crecía construía un espacio de lucha con sus compañeros, era un desafío que quise aceptar. Una vez decidido a contarlo, me di cuenta que era una historia múltiple, ya que había que contextualizar, investigar y trabajar en la historia misma del puerto como espacio social y económico fundacional del país. Y también contar la vida cotidiana de los trabajadores portuarios fue otro de los ejes que busqué transitar”, sostuvo el escritor.