– ¿Cómo ves el silencio que hay dentro de la campaña electoral con respecto de las temáticas relacionadas con el narcotráfico y con la criminalización de la juventud?
– Lo primero que hay que decir es que el narcotráfico es un negocio paraestatal, viene de arriba hacia abajo y que hay corrupción en los distintos nichos de los gobiernos nacional, provinciales y municipales. Si no este negocio es imposible.
Nosotros demostramos – por una declaración que hace un integrante del Ejército Argentino- que allá por 1978 llega el primer cargamento de cocaína de Bolivia a Rosario, a lo que es la zona franca boliviana allí en Rosario, y lo recibe Emilio Eduardo Massera. Es decir, un acuerdo entre la dictadura de Hugo Banzer en Bolivia y la dictadura de Videla acá en la Argentina.
A partir de esa declaración lo que queda claro es que son negocios ilegales de parte de los gobiernos, que se instalan en distintos países del mundo. Este es un elemento fundamental para pensar, desarrollo del narcotráfico de arriba hacia abajo, con nichos ilegales de los estados. Y en relación a esto, hay que decir que los principales cinco negocios que tiene el sistema capitalista en los últimos 50 años son el petroleo, la venta de armas, medicamentos, narcotráfico y trata de personas.
Esto es lo que hoy forma parte del Circuito Económico del Capitalismo dicho por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Enfrentar al narcotráfico es enfrentar al capitalismo, por eso es que el día del arquero van hablar los principales candidatos presidenciales sobre este tema, porque tendrían que salir a denunciar la hipocresía, en donde nos hacen creer que solamente por la corrupción policial tenemos narcotráfico.
Hay políticos que sacan dinero de esto y así funciona el sistema desde hace casi 50 años, por lo menos en lo que se conoce como Occidente. En esta realidad, la Argentina es primera consumidora de cocaína en América y tercera exportadora de cocaína hacia Europa. Somos un país narco y dentro de esta definición el problema más grave lo terminan pagando las pibas y los pibes en los barrios, que son los que ponen el cuerpo y terminan siendo los soldaditos inmolados en el altar del ‘dios dinero’, que genera todo este perverso sistema.
-Sergio Massa aseguró que le declaró la guerra al narcotráfico. ¿Vos qué opinás de esas palabras?
– Massa tiene una causa abierta en Capital Federal sobre maniobras turbias que han hecho empresarios colombianos vinculados al narcotráfico, en la época en que el hoy candidato del Frente Renovador era intendente del Tigre. Así que, en todo caso, eso del combate al narcotráfico lo tendría que ver la propia gente de Tigre allí mismo. Incluso hay muchas denuncias sobre lo que significó el lavado de dinero en el gran negocio edilicio que hay en esa zona.
Por otro lado, eso de declarar la guerra, es la declaración que hace Ronald Reagan, allá por 1988, cuando aparece para mi una etapa superior del Imperialismo, que detrás del versito del combate contra el narcotráfico, Estados Unidos hace que las fuerzas de seguridad nacional de cada pueblo en realidad controlen socialmente a las juventudes y por supuesto, detrás del caballito del narcotráfico lo que hacen es que los pibes no se hagan revolucionarios, que es el segundo gran negocio que busca el sistema.
-Se quiso instalar desde los medios que solamente en Santa Fe había narcotráfico. ¿Cómo ves a las demás provincias?
– Nosotros tenemos algunas características especiales, incluso por esta historia que les conté sobre el primer cargamento que llega en la época de Massera. Pero más allá de esas particularidades, los números que marqué sobre lo que significa la Argentina, primer país consumidor de cocaína y tercer exportador, hoy uno de los principales productores y exportadores de drogas sintéticas hacia Oceanía y Europa, de acuerdo a lo que informó la gente de Naciones Unidas (el pasado 26 de junio, que es el Día Internacional de la Lucha contra el Narcotráfico), marca que la Argentina en todas sus geografías, en todas sus provincias, está atravesada por este gran negocio paraestatal.
Así que, las particularidades de Santa Fé existen, pero eso no quiere decir que no exista en otros lugares. A lo cual hay que sumarle que José Ramón Granero, durante once años Secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha Contra el Narcotráfico (Sedronar), está procesado porque le vendió 41 toneladas de efedrina a los narcos mexicanos. Y la Sedronar no depende de ningún Ministerio, depende directamente de la Presidencia de la Nación. Así que imaginensé hasta que punto hay complicidad política en este gran negocio.
-Con el tema del narcotráfico, es como que se van pasando la pelota, el Gobierno Nacional dice que es un problema provincial y los gobernadores de las provincias dicen que es un tema nacional. ¿Qué opinás de ese pase de pelota que se va dando continuamente?
– Eso forma parte de la hipocresía. La Ley Federal, la 23.737, claramente le da jurisdicción a la Justicia Federal. En las provincias, los principales carteles de distribución de drogas son las policías provinciales. Entonces allí, en ese intersticio oscuro, entre lo que hace y lo que juzga en cada provincia, sacan a relucir estas cuestiones hipócritas para que ninguno de los dos termine metiéndose en el combate contra el negocio. Al negocio no lo combate, en todo caso combate a los que son consumidores consumidos, a los que necesitan políticas sanitarias y no una política represiva, así que allí se evidencia claramente la hipocresía de esto.
-Y a su vez intentan ganar rédito partidario con la muerte de un montón de niños…
– Y es que ese es un tema, de parte del sistema no quieren que se repita una década del 70, donde los pibes se enamoren de la palabra revolución y por lo tanto los necesitan convertidos en consumidores consumidos, en soldaditos, porque en todo caso les controlan la cabeza químicamente o los matan después de hacerlos trabajar para los principales grupos difusores de todo esto, que son las policías provinciales.
-Hace dos años se dieron los levantamientos policiales en varias provincias, pero sobre todo tuvieron eje en Santa Fe y en Córdoba. ¿Cambió algo después de estos levantamientos una vez que volvió todo a la aparente normalidad?
– Lo que cambió fue la conciencia social e informativa de nuestros pueblos, especialmente en las dos provincias que nombraste. El reclamo policial, que en un primer momento asomaba como lógico, cuando aparecieron grupos narcos vinculados a la Policía, se desnaturalizó y la gente se dio cuenta de que estamos hablando de narcopolicías. A partir de eso hay un nivel de conciencia distinto, pero los gobiernos provinciales le dieron la plata que pedían los oficiales de la Policía, tanto de la provincia de Santa Fe como en la de de Córdoba.
A partir de ese momento se da esta cuestión donde supuestamente el poder político gobierna a la Policía, pero que en realidad tanto en Córdoba como en Santa Fe negocian con ella, entonces en cualquier momento se van a levantar de nuevo, porque lo que están discutiendo directamente es el poder.
-Estás presentando tu libro ‘Ciudad blanca, crónica negra. Postales del narcotráfico’. ¿Podrías darnos un adelanto sobre qué se trata?
– En relación a esto que estamos charlando, marco algunos hechos muy concretos en donde la complicidad política es la que habilita el negocio del narcotráfico. Contamos esta historia del primer cargamento y después sobre los jueces, tanto federales como provinciales, que en sus propios fallos dicen parte de la verdad, pero en las resoluciones van en contra de esa verdad.
-¿En qué situaciones se logró derrotar a los narcos?
– Este es un negocio paraestatal de arriba hacia abajo, por lo tanto esperar respuesta de arriba es alimentar la fantasía. La realidad, sin embargo, marca que la esperanza va desde abajo.
Por ejemplo, Club Federal, año 2008 en la Ciudad de Rosario. Estaba manejado por un grupo de la barra brava de Central vinculado con el narcotráfico. Los pibes del barrio se juntaron, recuperaron el club, hicieron asamblea y los echaron, a la mafia siempre se las saca con los que son más, las muchedumbres les ganan a las minorías y desde hace 7 años, desde aquel 2008 hasta el presente, en 20 manzanas a la redonda no hay un solo lugar de venta de drogas.
¿Qué demostró eso? Decisión y participación barrial, inclusión, espacio abierto para la comunidad y algo para ofrecerle a los pibes: deporte, alegría, cultura, posibilidad de un trabajo. Y cuando se abrió todo eso, desaparecieron los lugares de venta de drogas. Si eso se multiplica en las geografías de los grandes conurbanos, le ganamos de abajo hacia arriba. Es una cuestión bien concreta. Ahí está el optimismo.
Fuente: www.ctacapital.org
Valeria Garay forma parte del Equipo de Comunicación de la CTA Capital