Entrevista con  el compositor Marcelo Toledo: Identidad, universo sonoro: abrirse al propio abismo

(Por Bárbara Taboada/APL) ¿Qué hace a la cultura? ¿Qué hace a la música? ¿Cuál es el rol de lo humano en un mundo cada vez más artificial?

En el marco de la edición 15º del Ciclo de Música del Teatro Nacional Cervantes, este sábado 15 de junio a las 20.30hs, en la Sala Orestes Caviglia del complejo de Libertad 815, el compositor Marcelo Toledo, estrena su obra para dúo titulada: “Telur/Éter”, con la monumental interpretación de Andrea García (piano) y Martín Devoto (cello). En otras palabras: en contraposición al caos reinante y a la aprobación de tanta muerte proyectada, se estrena música viva, en vivo, original, de estilo propio y orientada a otros modos de concebir la realidad sonora e imaginativa.

Las entradas al concierto serán gratuitas, y se podrán retirar en la boletería del Teatro Cervantes, el mismo día de la función a partir de las 10 am.

Se abre la invitación a escuchar e indagar  dentro de una inmensa fuente orgánica sonora, “ruidos/ fluidos” complejos y fluctuantes, que dan vida a otros mundos posibles.

A continuación compartimos entrevista dialogada:

Marcelo Toledo nació en Misiones y reside en Nueva York hace 30 años. Su música ha sido tocada en importantes festivales de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica por los más reconocidos ensambles de música contemporánea.

En su obra ha podido lograr un estilo propio, orientado a la exploración sonora en materia de ruidos/cluster fluidos, texturas; plasmado en un interés profundo y particular por la notación musical y la especificación de la representación visual de sus sonidos.

– Marcelo: ¿Cómo surge “ Telur/Éter” ?

– Cuando Martín Queraltó, me encargó una obra para el ciclo del Cervantes en su aniversario, dije que si! Es importante cooperar con el ciclo, con los músicos, con el hacer cultural y por sobre todo, con quienes ávidamente quieren escuchar música contemporánea o música diferente. Estar presente es importante.

Yo ya venía con la intención de escribir una música para Andrea García y Martín Devoto; y coincidió con que ellos iban a participar en este ciclo.

– ¿Qué encontramos en esta obra?

– La obra fue escrita para chelo y piano. Creo que se cristalizaron ciertos aspectos materiales del sonido, que tienen que ver con la fluidez, o lo que yo llamo “ruido/fluido”. La exploración real con esta obra, implicó la pregunta de cómo transitar extremos, ¿cómo pasar del interior de la tierra a la estratósfera?… por así decir; para luego volver al fondo de la tierra, metafóricamente hablando.

Investigué esa fluidez, la cual denomino: “cluster fluidos”. Encontré un material maleable, totalmente fluido; y lo importante, es que encontré la notación exacta para que pueda ser reproducido.

Cuando les mostré a los músicos lo que quería, lo hicieron de un modo casi natural.

Esta fusión entre el chelo y el piano, no la escuché en nadie. Su contraste, sus trazos, sus movimientos y separaciones, etc…

Yo escribí esta obra para piano y chelo, pero también para una pareja.

Andrea y Martín son pareja, y tuve en cuenta las múltiples facetas y aspectos enriquecedores que tiene la concepción dual, la interacción de dos entidades que se separan completamente en su unicidad; y en otro momento, se confunden en una sola esencia. La posibilidad de estar compartiendo el mismo espacio/tiempo, pero cada uno quizás, en una dimensión propia… y así, en milisegundos, se encuentran y fusionan drásticamente. Y vuelven a tomar distancia.
Esa enorme riqueza de estar en todos lados prácticamente al mismo tiempo, eso está funcionando en la obra, desde un lugar intuitivo, físico y de reflexión…

– ¿Podríamos decir entonces, que la obra actúa también como una posibilidad de analizar problemas conyugales extremos?…

– Jaja exacto! y justamente “Telur/Éter” lo permite.
La palabra “Telur” no existe en español. Me interesó concebir el término como “telúrico”, “perteneciente a la tierra”. De ahí nació la palabra “Telur”, para reflejar ese estado misterioso que podemos interpretar como “algo venido de la tierra”; en cambio, la palabra “Éter”, ¡me encanta!. Es un elemento que está presente en nuestra consciencia, como algo que realmente existe aunque no sepamos qué es. Así: “ Telur/Éter” remite a lo extremo, lo opuesto, lo complementario, la fusión de ambas cosas.

– ¿Cómo sentís a los músicos frente al estreno?

-Los músicos están haciendo un trabajo increíble, y eso me pone muy contento.

Es impresionante sentir el poder del sonido en la puesta en escena. Ahí se transforma la cosa en un acto real: dos seres humanos, produciendo sonidos y transformando el aire de ese espacio, en algo que no podemos definir con el lenguaje.. en donde algo maravilloso sucede. Vos lo sabés perfectamente, en tus experiencias del sonido, con instrumentos o tu voz; hay cosas que ocurren en el mismo acto. Esa es la magia del sonido, el poder del sonido… No por nada, nos quieren quitar esa posibilidad construyendo cosas artificiales, ¿no es cierto?

– Por supuesto, y por eso el sostener estos espacios se hace sumamente difícil e importante.

– Es que en Argentina no hay un reconocimiento, un respeto real del trabajo que implica componer, escribir, crear… no hay un sistema de encargos; y como decía Zitarrosa: “soy cantor y ese es mi trabajo”… pero eso no se ve. Se predestina a que todo el mundo sea un amateur, a tener una actividad paralela. No me refiero a ser reconocido como “estrella”; sino como un trabajador de la cultura.

Este concierto estaba programado para el miércoles pasado, y los trabajadores, músicos, se adhirieron al paro, el cual obviamente también apoyo.

Por otro lado, los conciertos de música contemporánea no suelen ser masivos, comerciales ni muy publicitados; es una actividad poco visible en el engranaje cultural…asumo quizás también pasa con quienes leen cierta poesía o literatura, o se orientan al cine experimental.. digamos que es un público específico; y por eso veo fantástico que el ciclo tenga continuidad.

– ¿Crees que “lo específico” se debe en parte al propio academicismo arrogante, y la exclusión asumida que plantea cierto mundillo de la intelectualidad?

-Quiero decir algo al respecto de esto: mucha gente, incluso los propios compositores, encasillan a la música contemporánea en música académica; y está bien, cada cual puede llamar a lo que hace como quiera. Yo nunca en mi vida consideré que lo que hago es académico. Mi música no es académica.

¡Yo trabajo con sonido, no con fórmulas extrañas!

La música en sí misma, tiene un poder tan enorme, que justamente, elimina toda la interferencia que hay entre teoría, preconceptos, etc.,  y cuando uno se enfrenta al sonido en sí mismo sabe, intuye, SIENTE si ese sonido es real o es algo prefabricado con intenciones maliciosas.

Yo puedo poner 40 obras propias, o más, y no creo que alguien pueda decir: “no, perdón, no entiendo porque no tengo el nivel intelectual para entenderlo”. No, no es eso… solamente un músico que cree que yo le pido una devolución intelectual, como quien toma una prueba, puede decir algo así.

Ahora, es cierto que hay muchas músicas que sí, dentro de la música contemporánea, plantean problemas de éste tipo; y que son herméticas porque están trabajadas desde ese lugar. Yo mismo no las entiendo, y tampoco me interesan.

– En escritos tuyos he leído: “ingresamos a este mundo a partir del sonido; por tanto, nuevos sonidos, nos permiten ingresar a nuevos mundos”. Quitando lo anterior ¿Qué otro factor limita la escucha?

– Nuestra percepción tiene un nivel de complejidad impresionante. Podemos reconocer la voz de nuestra madre, de nuestro entorno, de diferentes pájaros regionales por aspectos tímbricos, rítmicos, registrales, etc. Por supuesto, al escuchar cotidianamente, no tenemos en cuenta estos aspectos del sonido. Sin embargo, captamos las diferencias entre una voz natural y una voz telefónica, lejana o cercana, etc. Nuestra percepción auditiva es sumamente sutil, y realiza todas estas operaciones complejas.

 Ahora, si tenemos estas capacidades: ¿Por qué al momento de escuchar música no escuchamos? Sucede que cancelamos la capacidad perceptiva, para meternos en un mundo, en donde aparentemente, tenemos que “entender algo o captar algo más allá de…” . Ahí está el error.

 La escucha no debería ser concebida sólo como un proceso intelectual, deberíamos dejarla transcurrir en su propia naturaleza; y así el experienciar una música determinada,estaría más relacionado a atravesar un bosque tupido; sin que nuestro pensamiento o ideología interfiera. Luego pueden venir reflexiones, claro, pero si están de antemano, se es incapaz de percibir y/o crear.

– ¿Cómo sabes que lo que estás creando, tiene una realidad, un sentido?

– Yo escucho lo que escribo, y escribo lo que escucho. Lo voy sabiendo mientras avanzo. A veces recién al final aparece la música. No nace en las primeras notas. Y a veces la música no ocurre, y todo queda en una exploración.

Morton Feldman, uno de los compositores más influyentes para mí, así lo expresa:“el doctor hizo todo correcto, pero el paciente murió”.

¡Qué misterio la música!

Uno puede trabajar mucho, con mucha dedicación, escribir, saber miles de cosas y sin embargo, la música no aparece.

No por el hecho de “hacer arte” hay que aceptar cualquier cosa. En una gran mayoría de veces, escuchamos músicas muertas, experimentos, posibilidades de una música que finalmente no se cristaliza.

Creo que esto se da en todos los ámbitos del arte, en la literatura, en el rock, en el folklore…

Podríamos decir que hay una cantidad de música que no existe, que no es real.
Es decir, sí, existe en cuanto a los criterios del mercado, criterios comerciales; pero no como manifestaciones reales, como manifestaciones verdaderas.

En el fondo, creo que estamos sumergidos, en una sociedad nociva, consumiendo cosas que nos destruyen el organismo, el cuerpo, y por tanto; también escuchamos cosas que nos destruyen la consciencia.

–  En la nueva realidad transgénica hay músicas vacías, alimentos que no nutren y semillas que solo dan un fruto estéril; pero también hay músicas mentirosas.

– Eso es mucho más peligroso. Cuando oímos esas músicas que utilizan recursos o resonancias de aquello que sí es real, que lo enmascaran, para convertir lo genuino en una entidad superficial, la cual se presenta aún más importante que la propia esencia o fuente verdadera, eso es peligroso; y luego vemos hacen tour y parece es todo un éxito…. la gente, distraída, puede hasta conectarse con esa manifestación que roba lo genuino y es falsa… y sabemos de lo que hablamos…

Esta orquesta, por ejemplo, que aparentemente promueve lo latinoamericano, lo indígena; y que en realidad es un injerto absurdo del narcisismo, no solamente del director, sino de todos los que participan. Un narcisismo voluptuoso que está al servicio de su propia existencia, no de lo real, no de lo emancipatorio, no de lo histórico. Que se nutre de una cantidad de signos y elementos esenciales que no forman parte de su propia realidad, ni de sus vidas ni de su origen, ni de nada…
Ahora, eso también se llama música contemporánea, o no sé cómo se llamará… pero está insertado en instituciones académicas; y desde allí, absorbe la salvia que podría perfectamente utilizarse en cuestiones relevantes.

– Es extractivismo! Como un bicho que camina, que arrasa, que se alimenta de otros, a quienes asimila e invalida; y vuelve a transformarse, para continuar depredando/integrando…

– Claro, por eso, veo esto aún más peligroso. En el fondo las instituciones, los ciclos de música contemporánea, los músicos, etc., casi siempre, hacen todo a pulmón. Sin apoyo de nada, de nadie. Lo que se les paga a los músicos para desarrollarse, como exponía antes, es muchas veces simbólico. Los músicos creen en proyectos, y con nobleza, justicia los llevan a cabo; pero hay instituciones que apoyan estas otras cosas, con otros fines.

-Phillip Deere, de la nación Crew (nativo del norte del continente) dijo: “No existe fracaso en la vida, hasta que tratas de ser alguien que no eres. No hay forma de fracasar si eres tú mismo.” Ese es el único camino que considero posible.

– Sí, estoy absolutamente de acuerdo con eso. En mi caso, es lo que me llevó a la música contemporánea. Yo fui absorbido por el sonido, a hallar sus aspectos más sutiles: la gestualidad, la dinámica.. incluso algo que se separa de la música, pero que se manifiesta en otro orden puro del sonido. Digamos: “Juuüa/eSshh”… algo así.. ¿Qué es eso? ¿Qué manifiesta, que expresa, de dónde viene?

Empecé a pensar la música desde este lugar de mi interés, a involucrarme en mi propia conexión con el mundo sonoro; en este otro mundo sonoro.

– ¿Cómo lo abordaste, en lo material?

– Comencé a alquilar instrumentos diversos: cuerdas, vientos, etc., a explorarlos y acercarme intuitivamente a ellos. No trabajé con teoría, ni estructura preconcebida. Simplemente indague desde mi cuerpo, como extensión de cada instrumento, oído y reflexión. Luego, encontrar la representación acústica fue el desafío.

De este modo escribí “Aliento/Arrugas”, obra para flauta que nació del sonido mismo. Así fui construyendo lo que considero mi música.

Esto tiene que ver con la realidad de la que hablábamos, lo genuino y auténtico que luego, puede transformarse en composición.

– Y para esto, no caer “en subordinaciones estéticas”…

– Así es. Me nombrabas a este hombre que decía “No hay forma de fracasar si eres tú mismo”. A eso me refiero, eso estuvo claro en mí, yo no intento ser otro. Admiro a algunos compositores: Morton Feldman, Xenakis, Stravinsky, John Cage, y otras gentes.. pero nunca intenté ser ellos, sería un absurdo intentar ser ellos.

-Ni tampoco disfrazarte de gaucho, ni de indígena…

-¡Jaja noo, ni de gaucho, ni de guaraní ni de nada!.. A pesar de que estoy conectado profundamente con un origen determinado. Por dar ejemplo: vivo hace 30 años en Nueva York, y eso no me quitó de mi posición; yo vi, conozco gente, que llegó a EEUU y se olvidó de su idioma, de su acento al mes… ¿Será algo mental, no?

No sé, será la fantasía que cada cual tiene en su cabeza.

– En tu caso, quizás, esa lejanía aparente, reafirmó tu propia semilla, nutrida en un territorio específicamente concebido: Misiones, pero dentro de un universo sonoro vivo. Lo expreso como universo, porque hablar de territorio puede acotar el vasto imaginario al cual nos dirigimos.

– ¡Exacto! El universo imaginario creativo es amplio y asombroso. Tenemos un origen, y también la capacidad de un traslado instantáneo, infinitamente sutil a múltiples mundos. La capacidad de salir, en medio segundo, de este lugar físico y trasladarnos a un espacio donde estuve, o donde imagino poder estar; y contemplarlo desde mis propios sentidos, sin la necesidad de moverme siquiera, es increíble.

Sin embargo, parece que recién ahora se descubre esta posibilidad, a partir del mundo virtual y las nuevas tecnologías, la Inteligencia Artificial (IA), etc.

– Me pregunto: ¿Qué pasa con el cuerpo en este aspecto? A diferencia del encuentro directo, verdadero, analógico, donde hay un cuerpo presente y un espíritu atento a esa comunicación, viajes y conexiones. Hoy día hay músicas sin cuerpo, sin presencia humana, sin emociones reales, creadas por IA  y demases… ¿Qué pensás sobre esto?

– Como decía, el mundo virtual tecnológico es una herramienta que de algún modo, muy muy débil, refleja nuestra gran capacidad de trasladarnos sin movernos; de realizar otro tipo de conexiones, por así decir. Ahora, si pensamos profundamente, a diferencia de la virtualidad, desde nuestra consciencia, hay un traslado REAL a una esencia real, física, sonora, intuitiva.

Estas músicas en donde no hay intervención humana, no hay impulso humano, son el reflejo del punto en donde estamos: se está desechando la entidad real de nuestro cuerpo, y en consecuencia también de nuestra consciencia. Se está desechando todo lo que participa en la experiencia humana. El problema es que luego consumimos esto, y creemos que está bien; al igual que cuando consumimos un alimento que no alimenta.

Por ejemplo, muchos de los panes que se producen en EEUU, están prohibidos en Europa. Se comprobó que en lo que se vende como pan, no hay pan. Es una materia que se diluye en el contacto con el agua, se disuelve y no queda nada..

Yo creo, que como en la alimentación, esto nos va a dañar profundamente.

– Como ejemplo abrupto: Milei habló esta semana de brindar a la IA de Google, el poder de generar los cambios “apropiados” en el estado…

– Creo que Milei le gana a Piñera, quien dijo que gracias al 5G se iba a poder insertar pensamientos y emociones en la gente…Milei va mas rápido, es mas monstruoso..

– Volviendo a tu música, y en cuanto a la escritura: Estás trabajando en tu propia editorial para poder plasmar tus partituras, ¿Cómo llevás este proceso?

– Hace dos años que estoy abocado a la realización de una editorial propia, donde veré publicar mis trabajos; así como vos hiciste tu libro. Al momento voy con 30 obras editadas, serán 60 aproximadamente, y estarán disponibles para que cualquier persona que quiera tocar mi música, en cualquier lugar del mundo, lo pueda hacer.

– ¿Por qué elegís la edición independiente?

– Me habían ofrecido enviar mi música a Francia para su publicación; yo no quiero que los franceses tengan mi música. Yo quiero ser dueño de mi música. Distribuir, vender y hacer lo que quiera; no que quede en manos de una entidad que se llama “Babel Music” o algo así.

Del mismo modo, tampoco quiero dar mi música a una institución académica. Son espacios de muerte..

Hay muchas universidades que tienen colecciones de partituras, archivos en estantes que nadie consulta. Yo no quiero eso..

Lo real es lo que vos hiciste: producir un libro, decidir su valor de venta, regalo o trueque.. como quieras, pero la decisión es tuya. Lo vital de eso, es ese intercambio, y en el intercambio ocurre la valoración.

Leo Brower, el famoso compositor cubano, fue el único compositor que se iluminó, supo ver la importancia de hacerse cargo de su propia música.

En toda Latinoamérica, poca gente tiene conciencia de la importancia del documento.

– ¿Por qué crees que no se valora en la música contemporánea, o en general, en el continente “el documento”?

-Creo que es una consecuencia histórica.
Cuando vinieron los españoles, lo primero que hicieron fue quemar todos los documentos, aquello que narra la existencia cultural de los pueblos. En México por ejemplo, quedaron algunos códices que fueron llevados a Europa. La intención siempre es cortar de rabo la posibilidad de pensarse a uno mismo, invalidar la posibilidad de tener acceso a la fuente fidedigna.

El “Popol vuh”, por ejemplo, lo conocemos a partir de la interpretación de un español. No se conoce el real, se conoce a partir de que cierta gente metió cuchara, y en función de lo que quiere contar u ocultar, desde su posición.

Esa es la lógica del epistemicidio, como lo que ocurre ahora en Gaza, en Rafah. El objetivo es destruir el centro vital cultural, más allá de destruirlo todo; lo importante es desarticular la raíz cultural para que la gente no pueda rearmarse, restablecerse: que no queden huellas.

¿Qué sucede en Latinoamérica, como consecuencia del epistemicidio sistemático desde 1492? Nos queda lo que nos cuentan, el decir: “Nosotros somos SOLO de tradición oral”. No, no es así…

Hubo y hay múltiples modos de escritura en prácticamente todas las culturas, pero fue reducido, distorsionado, eliminado; y nosotros, de un modo inconsciente, participamos de esa negación al no ver la importancia de estas formas de transmisión de conocimiento. De ahí la relevancia de la partitura, del documento.

Por eso aquí tengo tu libro, y veo la importancia de que hayas publicado para que ese conocimiento pueda trascender; y no quede reducido solo a quienes tienen acceso directo a vos.

Creo que tenemos que valorizar el propio trabajo, y el ajeno; darle la importancia que amerita, reconocerlo.

Tener a Roberto Arlt u Horacio Quiroga publicado, es importante.

Imaginemos: Si los libros de Borges, como de otros, fueran solo fotocopias de colecciones personales, yo me pregunto: ¿la literatura latinoamericana sería tan fuerte en el mundo?

No, no existiría… todo sería reducido a simples rumores: “Habría el rumor de la existencia de Borges, de “x” persona…”

Estamos en un momento muy particular:  hay que dar valor a lo verdadero.

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