La presencia de Patricia Bullrich en el Nahuel Huapi confirma que para el neoliberalismo en esta etapa es central el conflicto por el control real del territorio y de los bienes de la naturaleza. Confirma también el papel central que ocupa la demanda territorial del pueblo mapuche-tehuelche y todo el arco político, sindical y social de base que resiste y confronta con el gran capital trasnacional y sus lacayos locales en la más absoluta desigualdad.
Su presencia y su acción excede en mucho al PRO, y al candidato de turno en una provincia donde ese partido es minoría. Ella pretende sintetizar una nueva política de derechas a la que no le alcanzó la militarización y los crímenes de estado para controlar y sofocar el conflicto territorial.
Detrás del “caso Mascardi” se esconde todo un arco de inversores, capitales de especulación, lavadores de activos, fugadores de divisas, burócratas de los tres poderes del Estado, gente NYC (nacida y criada) que se alimenta del dinero público. Hablan del presunto peligro mapuche para no hablar de sí mismos. Exigimos discutir al capital, a los grupos económicos, a las instituciones del Estado, a toda la cadena de participación y encubrimiento de este conflicto, a los funcionarios públicos que se prestan a ser verdugos.
Bullrich llega a Bariloche semanas después del fracaso del senador Weretilneck por responsabilizar al pueblo mapuche por los últimos incendios en el noroeste de Chubut. En el escenario provincial, la ex ministra corre por derecha Juntos por Río Negro por quien representa el programa del neoliberalismo que incluye la represión, pero sobre es la mercantilización del agua, del suelo, de la reserva genética, de las áreas bajo administración de Parques nacionales, de todas y cada una de las formas del neoextractivismo.
Hace unas décadas la derecha argentina usaba la consigna “Dios, Patria y Familia”. La neoliberal es pagana así es que puja por tierra, propiedad privada y seguridad jurídica.
Esta coalición es mucho más que el PRO. Es la representación de los sectores dominantes más allá de los partidos, avanzando sobre todas las debilidades y limitaciones de esta democracia. El conflicto de fondo no lo resuelve ni el grupo Albatros, ni la justicia, ni organismos como Parques Nacionales que son parte del problema y parte del botín.
Repudiamos tanto a Bullrich como a sus cortesanos. Pero, sobre todo, llamamos a pensar a fondo realmente qué vino a hacer al Nawel Huapi.
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