(Por Kuña Mbarete/APL) Al cumplirse el pasado 7 de enero 3 años desde aquel horrible día en que asesinaron a Jóselin Nayla Mamani (10 años), la investigación no ha avanzado en nada. Sin embargo eso no ha impedido que Zaira (madre de Jóselin) pasara a ser imputada por la fiscal Fabiola Juanatey de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) especializada en Violencia de Género del Departamento Judicial de Lomas de Zamora (Provincia de Buenos Aires-Argentina). Eugenia Vázquez es la hermana de Andrea Viera quien fue detenida, torturada y asesinada en 2002 en la comisaría 1ra de Florencio Varela. Hoy se encuentra acompañando a Zaira. En diálogo con ella, comenta a esta agencia, que Fabiola Juanatey no realizó ningún avance en la investigación en estos tres años. “Para la fiscal fue más fácil imputar a Zaira que investigar” Es decir, Zaira no es una víctima para la justicia, sino la victimaria de su niña.
Pero el desinterés de la justicia por encontrar a quien asesinó de 50 puñaladas a Jóselin en el barrio 14 de Febrero, de Longchamps en enero de 2019 no se acaba solo en que la fiscal no realiza investigaciones por movilidad propia, siguiendo líneas de investigación surgidas a partir de ella haberse involucrado en el caso, sino que ni siquiera toma en cuenta aquellos datos aportados por Zaira. A continuación, retomaremos solo algunos de esos datos que para la señora Juanatey fue mejor obviar e imputar a la madre, que ponerse a investigar:
1- La pisada: el día del asesinato, Zaira recuerda haber visto una pisada en la sangre que estaba en el patio de la casa. Dicha pisada era mucho más grande en tamaño que la del pie de ella, sin embargo esto no fue investigado.
2- Una sospechosa: La madre de Jóselin acercó los datos de una persona que le había solicitado dinero el día 6 de enero de 2019. Esta persona vivía cerca de su casa, era conocida de ella y de Jóselin. Se mudo del barrio el día 7 de enero. Es decir, el dia del asesinato. Pero esto tampoco fue investigado.
Actualmente, bajo feria judicial, es que lxs abogadxs se encuentran a la espera de poder revocar la imputación de Zaira. Ella, quien no recibió ninguna contención psicológica por parte del Estado luego de lo qué ocurrió, no solo debe luchar para qué la justicia investigue quién asesinó a su hija; sino qué ahora sobre ella cayó la señalización del hecho. Zaira, como una mujer migrante, pobre, del Conurbano más alejado no ha dejado de sufrir la violencia desde ese día. Ni el pedido de justicia por el atropello a la integridad física de su hija, ni su integridad mental preocupan al Estado quien ahora destinará los recursos que no utilizó en estos tres años para investigar, en imputar a quien vio agonizar en sus brazos a su propia hija.
LA INTEGRIDAD FÍSICA Y MENTAL DE LOS CUERPOS MIGRANTES, INDÍGENAS Y NEGROS IMPORTAN!
Quienes habitamos cuerpos oscuros, migrantes, identidades indígenas o afrodescendientes sabemos que muchos de los temas que nos preocupan día a día no lo serán jamás de interés de quienes no padecen nuestras opresiones.
Sabemos que si las personas que mueren son migrantes en un taller textil, o un hermano mapuche en una recuperación territorial, o unas niñas guaraní a manos del Estado infanticida paraguayo; la indignación es menos. No es prioridad, no forma parte de muchas de las banderas de los espacios que en teoría asumen esas luchas. Sus historias son olvidadas prontamente, los reclamos de justicia pierden fuerza y así vamos notando que nuestras muertes duelen menos.
Lo qué ocurrió con Jóselin y con Zaira así lo demuestra.
Poco sabemos de lo qué le gustaba a Jóselin, si era buena alumna, compañera, que hacía día a día. No ha sido recordada por sus maestrxs, no se ha generado una memoria alrededor de ella. Ella no ha tenido lo que otras víctimas han tenido. Su imagen no ha sido tomada por dibujantes, artistas, muralistas para que se nos impregne en la retina; no ha sido poema, canción. El arte no llegó a Jóselin para estimular la memoria y el pedido de justicia. Ella es la víctima deshumanizada, como históricamente nos cabe a los cuerpos racializados. Desde hace 529 años ese es el argumento que se usa para justificar las violencias sobre nosotrxs. Ahora, 2022, no se justifica su asesinato, pero indigna menos. La falta de humanidad que rodea a una hermanita de 10 años no es algo nuevo, la estructura que lo sostiene es la misma (colonialismo), solo han cambiado las maneras en que se manifiesta.
Sin embargo, hay quienes recordamos a aquellxs que la “indignación selectiva” no ha elegido. Lxs recordamos en nuestros perfiles, espacios, memorias, reclamos, paredes con la fuerte convicción de que nuestrxs hermanitxs merecen infancias donde su corazón este repleto de orgullo por su identidad, y no de puñaladas.