Por un 12 de octubre antirracista y anticolonial

(Por Kuña Mbarete) Estas son fechas en las que quienes nos reconocemos indígenas/originarixs/indixs nos atraviesa de lleno. Hoy muchxs nos asumimos en resistencia, como y junto a  quienes nos precedieron desde hace ya 528 años. Si bien esta fecha fue nombrada de muchas formas, y aún hoy ocurre; nosotrxs, nuestros territorios, nuestras identidades y cuerpos saben que este día inició un proceso continuo de genocidio. Si! Nosotrxs no podemos darle fecha de finalización como ocurrió  en otros lados del mundo. Nosotrxs lo vivimos permanentemente desde hace más de 500 años, junto con la colonialidad y el racismo.

Lo vivimos cuando vemos el monte incendiado  y el aguará guazú huyendo desesperado por la destrucción que genera la vinculación que lxs blancxs y criollxs  tienen con los territorios. Desde su pensamiento capitalista, patriarcal y racista jamás entenderán que su destrucción no tiene lógica en nosotrxs. Que muchxs latimos junto con esos pastizales  y montes que quieren acabar.   

También lo vivimos  cuando se quiere imponer una vacuna obligatoria, pasando por nuestra autonomía, nuestra medicina, nuestra manera de sanarnos. Esto no es inocente, nuestras ancestras y ancestros fueron perseguidos por practicar nuestra medicina, la colonialidad nos impone eso, nos quieren hacer creer que nosotrxs usamos “medicina alternativa” cuando son los saberes que usamos plenamente y han resistido 528 años. 

Cómo parte las múltiples consecuencias qué vivimos en estos siglos podemos ver cómo desde un feminismo blanco, burgués y occidental se nos quiere imponer “las olas del feminismo”, o fechas como “el 8M”. Sin embargo, las nuestras y sus luchas poco entran en esas fechas o esas olas. Nuestras historias son silenciadas, negadas.   Nosotras somos las hijas de la India Juliana que inició un movimiento por la liberación de las mujeres guaraní casadas con blancos en 1539 al grito de “Matemos a nuestro maridos”(Jajuka ñande ménape); somos todas nuestras abuelitas con sus plantas y sus saberes para abortar la mano de obra esclavizada y las consecuencias de esa horda de violadores que llegó hace 528 años.

También lo vivimos durante esta cuarentena con el racismo institucional cuando reconocemos que las desapariciones y asesinatos por las fuerzas represivas de estos Estados Genocidas tuvo mayoritariamente a personas racializadas, como Facundo Astudillo Castro, Florencia Magali Morales, Walter Ceferino Nadal, Luis Espinoza. O cuando desde los muros de las prisiones reconocemos tantos rostros como los nuestros, tantas lenguas como las nuestras.

Entre todo este contexto, ¿Se puede pensar en un 12 de octubre antirracista y anticolonialista?

No.

O mejor dicho, luchar contra la colonialidad y el racismo no puede ser minimizado a una fecha. No hay nada más racista que la cantidad de eventos que surgen por el 12 de octubre, como si nosotrxs solo pudiéramos ocupar los espacios de debate político estos días, como si fuésemos indígenas solo para “la fiesta del 12 de octubre” en la escuela o para su charla de espacio progre.

Punto aparte es el hecho de que estos eventos quizá ni tengan a hermanxs, o si los tienen es en compañía de algún blanco o blanca que se sienta a hablar de cómo nuestras abuelas fueron violadas pero jamás dicen el lugar que sus ancestros ocuparon, jamás realizan eventos para cuestionar sus privilegios.

En realidad lo que pasa con esos espacios es que quieren lavarse la cara, simulando una falsa política antirracista para que no sean señalados como racistas cuando en realidad no hacen más que sostenerlo con discursos de asimilación, diversidad, plurinacionalidad.

Nadie que esté en algún espacio de lucha puede negar que un discurso vacío no es nada. Que el discurso anti patriarcal, por ejemplo, sin una reflexión constante y deconstrucción permanente es la nada. Bueno, a la nada misma se reduce su postura antirracista  si hacen una banalización de nuestras fechas, identidades, emblemas; si no se cuestionan sus privilegios.

Nosotrxs vemos desde hace años como nuestros emblemas de lucha y resistencia son utilizados como si nada. Vemos como en sus convocatorias ponen Whipalas, pero en la lucha no lxs vemos nunca. Poniendo el cuerpo en los territorios desde donde surgen esos símbolos de resistencia, menos (sacando muy escasos casos).

Las vemos (además de usar nuestros emblemas, lenguas, rostros en sus flyer) realizar convocatorias para este fin de semana. Para muchxs de ustedes es un fin de semana largo en el que podrán hablar “en el encuentro”, para nosotras es momento fundamental de reflexión, fortalecimiento que muchxs consideramos debe ser compartido entre hermanxs.

Siempre, a lo largo de los años di el mismo ejemplo cuando intente explicar lo que significa qué hagan encuentros sobre la fecha qué conmemoramos el inicio de un genocidio: ¿Qué pasaría si se hiciera una marcha con otra temática  el  24 de marzo? ¿Sentirías qué quienes organizan este evento/encuentro/marcha se están deconstruyendo? ¿Te parecería qué quienes realizan esa convocatoria están cuestionándose sus privilegios? ¿Cómo sentirías qué ante la fecha de inicio de un genocidio hubiese quienes están organizando espacios para discutir cualquier otra cosa que no sea ese genocidio qué te marco a vos y a todxs en tu nación milenaria?

Entonces, ¿de qué antirracismo hablamos?

La lucha contra el racismo necesita más que palabras sueltas en un discurso bonito, una whipala en una marcha o que se hagan eventos donde la voz indígena es un relleno. La visibilización sin reparación, sin cuestionamiento es inútil y cómplice de la continuación de  esta estructura que nos somete a nosotrxs, nuestras identidades y territorios. Si fuese por muchos de ellxs seguiríamos apareciendo bailando nomas, haciendo ceremonia. Si fuese por ellxs no tendríamos ni eso, esto queda demostrado en el lugar que le dan a nuestros reclamos y debates.

Quizá pensar en un 12 de octubre antirracista y anticolonial nos exija a nosotrxs a mirar a nuestrxs ancestrxs, aprender de su valor, de su fuerza, de su sabiduría para reconocer cuando el amo nos está tirando las sobras.

Llevamos 528 años resistiendo, qué no se nos olvide. Ni a nosotrxs ni a ellxs.