Rodolfo Walsh, el mejor de nosotros

(Por Oscar Castelnovo/APL) Cuando se cumplía un año el inicio de la dictadura empresarial militar, eclesiástica, Rodolfo Walsh difundió la Carta de un escritor a la junta militar que, al decir del premio nobel, Gabriel García Márquez, es «la pieza más brillante del periodismo que se haya escrito».  El 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh hizo pública la «Carta…». Ese día, propalando el texto, fue secuestrado en San Juan y Entre Ríos, Buenos Aires, por un grupo de tareas de la Esma. Alcanzó a sacar y disparar su pistola 22, en combate absolutamente desigual fue acribillado, los genocidas superaban en número y armamento -cuantiosamente- al compañero.

«La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi 30 años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de Gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, lo que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades(…) Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles, expresó el compañero.

Uno de sus matadores es Alfredo Astiz, condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad. Cómo se sabe, este marino en las Georgias del Sur, durante la Guerra de Malvinas, se rindió ante los ingleses sin disparar un solo tiro. Algunos de los asesinos de Walsh permanecen impunes.

La Carta de Walsh, toda su obra, comportan un baluarte ineludible para los militantes y periodistas del mundo. 

Rodolfo era jefe de Inteligencia de Montoneros, aunque hoy son públicas las diferencias que tenía con la conducción en los últimos tiempos (ver el texto Los papeles de Walsh).

Pensamiento y acción eran para Walsh una unidad inseparable: «Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la antología viva de su tierra.»

Luchó, vivió y murió por sus convicciones con encomiable entereza. El mejor de nosotros.