¡Sembrando memoria! 

(Por Mariana Sánchez, mamá de «Naza», asesinado por La Bonaerense) Eran casi como las tres de la mañana, sentí una puntada en el pecho, automáticamente miré al cielo, entre las nubes se veía una luz. Parece una fábula. Varías horas después te dicen que la data de muerte es 3 am, es muy fuerte. Ufff (sopló) Pero fue así,  lo pienso y trato de analizarlo ya con el tiempo transcurrido. ¿Yo sentí la muerte de mi hijo? ¿Yo sentí que algo sé desprendió de mí? ¿Yo sentí que algo sé rompía? Y sí, es que me mataron en vida, ¡Si me arrancaron a mí hijo! Yo sentí que mí alma se quebraba.Y me pregunto, entré lágrimas, que sintió él, que fue lo último que pensó justo antes que sus ojitos se cerrarán, que su corazoncito sé apagué, que sus sueños se esfumen en el aire, que su vida quedé ahí, en la vereda, sobre la calle Garay.

La madrugada fría de aquel 30 de Julio era el año 2017, lloviznaba . Llovizna copiosa triste de invierno para que lavará el crimen, para que cada gota borré lo que no se quiere decir. Los rayos enmudecieron al barrio, los vecinos no hablan de lo que pasó, (ellos no saben nada). Las cámaras en ese preciso momento dejaron de grabar, no querían ser testigos del brutal hecho, los truenos alborotados taparon el sonido de once disparos y gritos de AYUDA…

 Allí justo allí empieza todo, todo esté maldito vacío y dolor que causa la muerte de un hijo…

Y como sí todo esto ya no fuera demasiado, el no saber ¿qué pasó? ¿Quién fue el verdugo? Pesa más, te parece mucho? El muerto es el culpable, total él ya no está para defenderse. ¿Querés más? La crónica del día, «Dos motochorros abatidos en la localidad de Merlo». Una y otra vez lo repetían sin parar en todos los medios hegemónicos. Es la manera de convencer a la sociedad, así fue toda la puesta en escena. ¿Duro no?

Perdón mí niño, lo cuento así medio tragicómico a ver sí se entiende.

Hoy amanecí sin palabras, siento que vengó diciendo lo mismo hace 1825 días, debe ser que soy reiterativa o será que hay mucha gente que todavía no me escuchó. O será que el grito de una madre clamando justicia se evapora rápidamente…

Aprendo a vivir día a día con cada despertar, como un acto de rebeldía, para no rendirme justo antes del amanecer. Duele tanta injusticia, duele tanta mentira que envenena y destruye. Y bueno una va aprendiendo a luchar desde el amor, ese amor infinito que te tengo hijito, por memoria, verdad y justicia! Siempre tratando de concientizar que esto es una triste realidad, la que te cachetea todos los días con un nuevo pibe asesinado por el estado, que por acción u omisión son responsables. La criminalización y estigmatización a los jóvenes es moneda corriente en los barrios.

 Desde tú inmortalidad voy sembrando conciencia y memoria, siempre armada con tú foto en la mochila. Desde el primer día vos cómo bandera, para que no haya que lamentar más Nazas. Lamento decirte que la estadística sigue creciendo. Sabés quedó una frase mía dando vueltas » no quiero que haya más madres llorando abrazada a las fotos y oliendo la ropa de su hijo».

Ojalá se sigan multiplicando las voces con las mismas palabras, por ahí quien te dice, que logremos cambiar algo. Te cuento que también me bautizaron como «la mamá de los 28 días», esos 28 días que llevaba queriendo despertar de semejante pesadilla, gritando desde lo más profundo de mí ser tú nombre ¡Nazareno! Como queriendo traerte de nuevo a la vida… Aunque muchas veces me siento desalentada, sigo creyendo en la buena voluntad de la gente y que pronto van hablar, y la deseada verdad va a llegar. Me desespera la lentitud de la justicia y su paso pausado e ignorando la realidad, me deja un gusto amargo y con sabor a mucha comodidad.

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(Nazareno Vargas fue acribillado a balazos el 30 de julio de 2017, junto a su amigo Agustín Curbelo por la policía Bonaerense)