(Por Mirta Israel) Teresa. Otro año más sin ella, otro año más sin respuesta, otro año más sin siquiera saber dónde tiraron su cuerpo. Cuarenta y siete años a través de los cuales se sostuvo el delito de desaparición forzada. No estoy hablando del pasado, es el presente de su ausencia sin límite. Y ahora qué? Villaruel, la que visitaba en la cárcel a Videla, ¿es la que va a abrir lks archivos tan guardados, tan escondidos? ¿Será Milei, reivindicador serial de cuanto genocidio haya en el mundo, quien nos dé una respuesta?

¿Qué fuerza será necesaria construir para derrocar al gobierno de la negación permanente? ¿Qué tipo de unidad hará falta para fortalecer el camino de memoria, verdad y justicia que tantas Madres, familiares y militantes sociales y políticos hemos venido sosteniendo desde hace tanto tiempo? ¿Qué señal daremos que esté a la altura de los pañuelos blancos que hoy nos indican hacia dónde apuntar?

Teresa y tantxs militantes populares nos marcaron el camino con sus actos políticos cotidianos, con su pedagogía del ejemplo, con su rebeldía. Vale la pena decir como otras tantas veces lo hice, que Teresa como abogada de derechos humanos jamás preguntó la identidad política para defender a alguien del campo popular. Tampoco imagino a ella u otras cumpas discriminando por color político a la hora de contener a sus cumpas de cautiverio. La tortura tampoco sabía de discriminaciones.

Esta fecha siempre la vivo entre la tristeza de no tenerla cerca y la esperanza que me invade con la lucha feminista en unidad, esa de la marea verde que tanta fuerza nos dio. En unidad, contra un gran monstruo que pisa fuerte pero que sabremos vencer. Lo afirmo como un compromiso con vos Tere y con lxs treinta mil. Hasta la Victoria. Siempre!!!