El cuento que escribió el reconocido fotógrafo Juan Cicale sobrevuela la relación que mantuvieron él y su pareja, Marta Muriago, quien nos dejara hace poco más de dos años. Marta tuvo su merecido homenaje y una compañera de Maleza Ruda lo leyó para el público allí, en Resistencia Poética
Una historia para Victoria
(Por Juan Cicale)Nunca supe quien me dio a luz. No nací como nacen todos los nenes de la panza de su mamá, porque soy una muñeca. Lo que sí puedo contarles es que manos muy suaves y cariñosas me fueron armando con mucha ternura, por eso soy tan tranquila.
Vivía en un mundo de muñecas donde era diferente a todas, mi piel de felpa negra contrastaba con el resto de piel color de luna. Tuve el placer de que marta me eligiera como compañera de infancia (escribo marta con minúscula, porque a ella nunca le gustaron las letras mayúsculas). Desde pequeñita comenzó a llamarme Carbonilla y ese fue por siempre mi nombre.
Antes de continuar con mi historia, quería contarles que la vida de las muñecas es complicada: a veces solo somos un adorno sobre una cama, otras pasamos a ser parte de la vida imaginaria de una nena o nene, que con el tiempo, como todas las etapas de la vida, finaliza, y quedamos olvidadas en algún rincón de la casa, o pasamos a manos de otros niños más pequeños, o nos regalan o nos abandonan. Nuestro destino es incierto, la vida transcurre y nuestros cuerpos muestran las marcas, registran las alegrías, los dolores, el carácter, las tristezas y el amor de los niños con quienes convivimos.
Muchos nos asocian a la diversión y el juego. Se equivocan: nuestra vida es el espejo del mundo de los hombres.
Las manos de marta confeccionaron mi ropa para la temporada de verano o invierno. Soy muy prolija, como ella, es como si las dos nos miráramos en el mismo espejo.
A ella le encantaba leer y escribir. Su primera poesía la escribió a los 8 años, la llamó “Le pregunté a la luna”. Luego recorrió con pasión los caminos de Lorca, Vallejo, Cortázar, Gélman y Miguel Ángel Lens.
Creó poemas toda su vida. Sostenía, como Pavese, que “la escritura es 90 por ciento de transpiración y 10 por ciento de creatividad”.
Hubo una etapa de la familia de muchas dificultades económicas. Ella entró a trabajar en un ministerio y daba clases de inglés, pero nunca dejó de estudiar. Cursaba dos carreras, Matemática y Computador Científico, la segunda la terminó: era la de mayores posibilidades laborales.
Hice muchos viajes con la familia, pero el que más nos gustaba era ir, con Ñata y Ricardo, los padres de marta, al campo en Córdoba. Allí nos juntábamos con sus dos hermanas y sus primas. Fueron temporadas inolvidables. A marta le apasionaba montar en la tordilla, había una comunicación de afecto muy particular entre ellas. Juntas eran felices, disfrutaban de ese momento único. Nunca monté, y creo que ellas notaron que yo sentía miedo.
En los paseos me apasionaban los paisajes, mis ojos se deslumbraron devorando horizontes, esos que muchos hombres, atrapados por la codicia, no saben apreciar.
Cuando marta era mayor ya me dejaba al cuidado de la casa, pero nunca me abandonó.
Vieron que las negras siempre nos distinguimos en los deportes, bueno, para que mi historia no se haga tan larga, voy a dar un gran salto en largo hasta caer al lado de juan.
Su llegada me generó un poco de celos, pero veía que entre ellos había tanto amor… y a eso se sumó que él cada vez que pasaba junto a mí, me rascaba suavemente la cabeza, y esa caricia me cautivó. Al amor de marta y su sonrisa contagiosa, vino a sumarle más amor.
Mudanzas y un poco más
Marta y Juan se conocieron en Buenos Aires en la proyección de la película Operación Masacre, basada en un libro de Rodolfo Walsh. Los presentaron unos amigos en común. Ella se sentó en una fila delante de él, que le tocó el hombro a modo de llamada, solo para verla.No recuerdan qué le dijo, pero Juan recibió su primera sonrisa y sus miradas intensas conversaron entre ellas, presagiando ternuras futuras.
Ella vivía sola. Él vivía con Florencia, su hija mayor, en un departamento de la calle Neuquén, y los fines de semana se sumaba Mariana, su hija menor. Al poco tiempo Juan se muda a la calle México, a una vivienda a solo tres cuadras de la de Marta, donde ella comienza a quedarse a dormir algunas noches. Fueron días muy apacibles, aunque ella se sentía un poco intimidada por la insistencia de Juan en compartir la vida juntos. Entonces le propuso un acuerdo: como él siempre llegaba más tarde, cuando se decidiera, lo iba a esperar con un sahumerio encendido en la pequeña salamandra de hierro que le había regalado en Mar del Plata. Una noche que Juan llegó más tarde de lo habitual vió ese humo ondulando siluetas, se abrazaron largamente y ambos presintieron que vivirían un largo tiempo juntos. La espera duró cuatro meses y cuatro sahumerios.
La jirafa
Una noche casi entrada la madrugada, llega juan y le entrega a marta un regalo. No en un paquete, para ellos los regalos empaquetados son regalos encerrados. Se abrazan, marta viene a la pieza, en su mano trae una Jirafita de alambre y madera con una leyenda en papel que dice: “Sos mi gran amor”. Ella la coloca a mi lado, me levanta un brazo y yo la abrazo. Desde ese día compartimos la vida juntas y nunca más supe lo que es la soledad.
Charlamos mucho entre nosotras, un cierto día me dijo: “te voy a hacer una adivinanza, ¿si las personas tienen 7 vértebras cervicales, sabés cuántas tenemos las jirafas?”. Yo miré su cuello larguísimo y apresurada grité ¡100!. Ella sonrió, “tenemos también 7, solo son más grandes”, y me dejó una enseñanza: la grandeza no se mide por la cantidad sino por la calidad.
En Buenos Aires, marta participa en talleres de poesía, donde conoce a Miguel Ángel Lens, su mejor compañero y su duende. Él ilustró poemas con sus dibujos, la ayudaba a titularlos. Ella le escribió el poema, “Miguel Ángel
al amparo de Lorca y Pasolini”
Él, los libros que consideraba importantes para marta, los escondía en los anaqueles de las librerías de calle Corrientes, luego ella, para encontrarlos, jugaba a la búsqueda del tesoro.
Me gustaría leerles un poema de él que dice así:
de los hechos del amor
y de la melodía del deseo
es mejor no hacer bandera
no vaya a ser que al mundo
se le dé por detenerlos
mientras él gira y gira
para nada
Como a veces me disperso, antes de seguir hablando de marta, les voy a contar algo que movió mis recuerdos. Un día le dije a la Jirafa, “¿sabes por qué me gusta ser negra? para confundirme con la noche y sus estrellas” y le recordé lo que contó el escritor: si una noche un astrónomo se para en una esquina y mira al cielo, por lo menos se hace 1000 preguntas; un escritor se imagina 100 metáforas; en cambio, el hombre común contempla el firmamento y disfruta.
Senderos de la vida
Marta y Juan participaron activamente con las Madres de Plaza de Mayo, en las rondas de los jueves, las marchas de la resistencia y tantas otras actividades. Al amparo y al abrigo del Pañuelo Blanco reivindicaron la lucha de 30.000 compañeros detenidos- desaparecidos por un mundo diferente, sin explotadores ni explotados. Yo, Carbonilla, afirmo: No olvidamos, No perdonamos, No nos reconciliamos.
Y otra vez los recuerdos, como no nombrar a sus amigas históricas, las tres Lilianas, Claudia, María, y Susana, que desde su libro “Mucho amor en inglés” reclamaba: “…en este mundo de mujeres que conocí en mi infancia, el resplandor siempre se lo llevó el hombre”.
La librería La Posta en Berazategui, con un socio, es otro de los proyectos. Allí, un 5 de octubre de 1990 el Escritor Ricardo Pino Maneiro presenta su libro de cuentos “En otro tiempo yo también cantaba” en un local estallado de gente que ocupó hasta la vereda, iluminada por una lamparita que colgaba de un árbol. Él leyó algunos pasajes: “…el abuelo lo dijo mil veces: lo importante es creer en algo, en lo que se pueda, pero con todo,desde el dedo gordo hasta los pelos, querido mío, porque sinó va a llegar a ser un idiota respetable, pero nada más” y retrucó “…la humillación es más dolorosa que las balas, aunque la muerte sea eterna…”
Y allí, ese día, bajo los precarios destellos de luz, nació el movimiento cultural La Posta de Belgrano. Las edades de sus integrantes iban de los 16 a los 60 años. Y por la biblioteca Manuel Belgrano donde funcionaba pasaron poetas, escritores, muestras fotográficas, teatro, proyecciones de películas.
Me despido de La Posta, con tres líneas que marta marcó de un poema de Gustavo Zappa, que nos dejó demasiado joven y sin pedir permiso:
Junto mis cosas
Las más grandes las llevo en la espalda
Las más pequeñas en el corazón
Pero esta pareja es muy inquieta: nos trasladamos a Gorina cerca de la ciudad de La Plata, un pueblito rural hoy convertido en proyecto inmobiliario. Allí, junto a otros compañeros, crean el Grupo de Solidaridad con Madres de Plaza de Mayo La Plata, que organiza las pre marchas de la Resistencia, festivales, participan de todas las luchas de la ciudad. Crean La Coordinadora Sur contra la Represión Policial, integrada por Rosa, la madre de Miguel Bru, Mirna, la compañera de Andrés Nuñez, ambos desaparecidos en democracia, a la que se suman familiares de los pibes asesinados por la balas de la policía del gatillo fácil, y agrupaciones estudiantiles. En el programa “Con la soga al cuello” de FM Raíces le ceden un espacio de difusión para sus actividades.
Marta en ese período se convierte en una escribiente activa, de su mano nacen documentos, artículos para diarios, proclamas. Desde su creación anónima, a la que suma las sugerencias de los compañeros, escribieron volantes, carteles, pintaron paredes y se escucharon consignas en las voces de cientos de manifestantes exigiendo justicia. Una verdadera artífice de la palabra, porque como escuché decir alguna vez: “el artista no crea la belleza, simplemente retira lo que la oculta”.
En Gorina construyen, junto a Marisa Diloreto y los chicos del barrio, La Casita de Gorina, una casita de madera donde llegan a participar en sus talleres 140 chicos, a contraturno de la escuela.
Solo les voy a contar el que coordina Marta, bautizado por los chicos como “El taller de las medias”.
Si uno entraba a este taller se topaba con un rincón de zapatillas rotas, inevitablemente mojadas, medias de colores cubriendo unos pies pequeños y anchos, y el humo del sahumerio acompañando ese olor intenso a falta de agua que se metía amigable, un participante más que daba identidad al lugar y al barrio.
Marta fue la que propuso sacarse las zapatillas, elegir un par de medias de una canasta, y sentarse en el suelo. Allí nacieron poemas, cuentos, historias de amor, de terror y fantásticas.
A ella le preocupaba la falta de regularidad en la asistencia. Muchos decían que les gustaba pero no participaban, se avergonzaban al descalzarse porque tenían sus pies sucios. Al descubrir el enigma, incorpora una bañaderita de bebé: la llenaba con agua tibia y a quienes lo desearan, se los lavaba con jabón para que luego se colocaran la medias.
La noticia corrió y la cola para asearse estaba integrada por piecitos sucios y limpios. Algunos hasta se metían en la zanja con barro antes de entrar. Marta se siente acariciada por esas patitas descalzas y la suavidad de esa piel tempranamente curtida.
Momentos de decisión
Cruzan el Río de La Plata y se van a vivir a Colonia de Sacramento, Uruguay. Van con la idea de darle un respiro a la vida. Marta comienza a trabajar como docente. Hace caminatas por la arena bordeando el río, se traslada en bicicleta, escribe dos libros de poemas “Voces desde el Ropero” y “Acordes con el Río”, y disfruta de la puestas de sol.
En poco tiempo, se integra al movimiento cultural de Colonia, escribe con Juan en el Semanario “El Eco” de Colonia y posteriormente en la revista Gonzalez. Colaboran con la realización del cortometraje “La bala humana” dirigida por Carrecelas, con cámara de la precisa Susan Ward.
Luego de unos años regresan a Buenos Aires. Dejan amigos inolvidables: Norita, Marta y Nestor, Antonio, Fredy, María Benita y Mario, Silvia y Alexis, en Montevideo la entrañable Irma Leites y su hija Iara Tasio, que con marta tenían una empatía indisimulable.
Recuerdo una oportunidad en que Irma y Iara pararon en nuestra casa en Buenos Aires. Iara, al ver un búho hecho con cañas de bambú en un rincón, dijo: “Marta, a este búho lo coloco acá frente a la ventana. El aire que los mueve al entrar genera sonidos, y hay que saberlos escuchar”. Y es verdad, la corriente de aire que entra libre lo agita, y su sonido presagia que nuevos vientos se avecinan.
En Buenos Aires, marta reedita libros, publica “Apuntes tras el concierto” “La cariátide y sus rebvelados” y el libro “Río Cuarto en mis raíces” donde recupera parte de la historia de su Padre. En el cuidado de las imágenes de sus ediciones, como ella decía siempre, la mirada amiga, de Gerardo Dell Oro.
Acompaña a Juan en sus actividades, donde él incorpora la máquina fotográfica, como una herramienta más de lucha. Y entabla una relación muy amorosa con muchas de las madres cuyos hijos fueron asesinados por el gatillo fácil de la policía.
Un nuevo nacimiento
Siento impotencia ante los horrores humanos. Con marta aprendí que un mundo mejor es posible, y me duele que ella se fue sin verlo. Y yo develo un secreto: solo el amor y su ternura pueden transformarlo. Como decía León Felipe: “toda la luz de la tierra, la verá un día el hombre, por la ventana de una lágrima”.
La mayor parte de mi vida aconteció en la habitación, en el mueble al pie de la cama. Por eso conozco tanto de sus vidas y, entre ellas, el día que marta lo llamó a Juan para que se despidieran. Ella había entrado en la etapa final de su enfermedad, había llegado ese momento no deseado. Hablaron muchas cosas… vivieron 36 años juntos.
Ella, muy entera y segura, afirmó: “Juani, recordá las palabras de la escritora cuando dijo,´lograr que un amor perdure durante toda una vida, es casi como alcanzar la inmortalidad´”.
Juan, empapado en lágrimas, repetía, “es que yo te necesito”, y ella otra vez, “sí, pero eso ya no es posible. Tranquilizate, tenés dos hijas que te quieren y te van a cuidar siempre”.
Ahora, cuando quedamos sólos en la habitación Juan, la Jirafa y Yo, al verlo percibo que su mirada ya no tiene el brillo de antes. Él vive de pequeños reconocimientos: sus nietos, sus hijas, sus familia, los amigos y sus queridos compañeres de resistencia lo recrean.
Marta y Juan tuvieron muchos proyectos comunes sin perder su individualidad, pero cuando era necesario se completaban.
Me encantó la proposición que me hicieron, de compartir la vida con Victoria, la nieta más chica. Ella tiene una pieza nueva con un escritorio biblioteca donde voy a habitar yo. Es muy linda la idea, ya que marta vivía entre palabras, y su poesía las transformaba en imágenes. Juntas iniciamos una nueva etapa de vida. La vamos a extrañar, pero vamos a intentar no apartarnos de su camino, y juntos, sus nietos Vicky, Juli, Lautaro, la jirafa y yo, Carbonilla, como marta a los 8 años, vamos a seguir haciéndole preguntas a la luna.
Gracias por escucharme. Tengan la certeza de que esta muñeca negrita, que no envejece, va a acompañar todas las resistencias tercas hasta su último aliento.
marta por siempre
Carbonilla