¿Dónde estás Lichita?

(Carmen Villalba, mamá de Lichita, presa política en el Buen Pastor) Lichita empezó a explorar esa isla inexistente pero emergente en sus sueños como una utopía emancipadora realizable.  Era imposible que Lichita, no desarrollará un pensamiento crítico aún a su corta edad. Su vida se desarrolló en un ambiente de militantes comprometidos, y ella posee una personalidad frontal y enérgica. Destacada en su escuela y luego su colegio, hasta donde acudió en el E.P.E.T N°10 de Puerto Rico, su curso de Taekwondo, donde ganó dos medallas en las competencias, y, como dice Anita su melliza, «Lichita siempre anda un paso adelante». La indiferencia ante el dolor del otrx no es parte de su cultura y pensamientos. A sus 5 añitos, un diciembre,  llegó al penal, acongojada y envuelta en un desconsolador llanto. No aceptaba que su tía no diera una moneda al niño que subió al colectivo a hacer sus piruetas para luego pedir monedas. » «El niño necesita comprar para su comida y tía no le dio» me relataba entre sollozos.

En contra partida, ese mundo que transita Lichita, rebosantes de tensiones entre el viejo mundo que se muere y el nuevo que puja por nacer, de alguna manera deslinda las posiciones y exige tomar partido.

Parafraseando a W. Benjamín, «Para aquel que se implica sin contemplaciones en el proceso contra la explotación, la miseria y la estupidez, ¿qué no pasa a convertirse en un corpus delicti ?». La criminalización  sobre su cuerpo traída adherido como lastre.

Lichita abrió por primera vez sus ojitos en medio de fusiles y cuerpos represivos en un quirófano del hospital de policías en el 2006.

Su nacimiento en prisión, la lucha por el derecho a la lactancia, nuestra abrupta separación por las imposiciones carcelarias a los 1 añito, fueron los inicios de una vida gestada en medio de obligadas resistencias y luchas. Ésta que la alejó de una infancia y adolescencia como la de sus compañerxs de escuela y colegio. Como cuando tuvo que dejar a sus padres en la cárcel, desarraigarse de su país,  para tomar el largo camino del exilio, adoptando a la Argentina como su segunda patria.

Esto, pareciera formar parte de decisiones personales o accidentes fortuitos de ella y mío, desligados de un proceso emergente de lucha en Paraguay.  Pero una reflexión de lo sucedido con Lichita y su hermanito Néstor asesinado en el 2010 camino a su escuela, de cuando tenía 12 añitos, nos exige situar la mirada desde una perspectiva histórica de luchas de un pueblo resuelto a buscar el yby marane’ o la tierra sin mal.

El mal que envuelve al pobrerío insumiso, origen de Lichita, pero del cual se sacude y resiste. Resiste a esa vida de ignominia, clavado en el abandono y el despojo.

De ahí la incansable búsqueda de la tierra de iguales. Por una militancia azuzada por el origen guaraní guerrero, apegado a la tierra, con cultura y costumbres colectivas, que  pesa sobre el vivir, pensar y andar del campesino pobre.

Lo acontecido con Carmen Elizabeth «Lichita» Oviedo Villalba de 14 años desaparecida en el marco de un operativo-ataque militar el 2 de setiembre del 2020, contra un paraje donde se hallaba Lilian Mariana, María Carmen y Lichita. Desde donde las dos niñas de 11 años fueron tomadas vivas, torturadas y ejecutadas para luego presentarlas como dadas de baja en un enfrentamiento militar. Es explicable si proyectamos la mirada al pasado reciente del Partido Colorado y su cultura de la muerte, sistematizada en el Archivo del terror, hallado en 1992 en una comisaría de Asunción. Un relato viviente de la compulsión criminal condensada en la forma de hacer política,  del actual partido de gobierno. Un partido que sostuvo 35 años de dictadura para continuar con otros 35 años de «democracia» en papeles.

El gobierno fascista e infanticida, la oligarquía paraguaya y los medios hegemónicos presentaron un crimen de lesa humanidad, como un «operativo exitoso». Es decir, torturar y asesinar niñas en Paraguay de la mano del Estado, en un claro actuar de falso positivo, es presentado como un acto heroico que debe aplaudirse. Este actuar, por demás refleja la decadencia de un sistema y de la clase dominante paraguaya.

El » Estado de derecho» en Paraguay adopta como valor la desaparición forzada, en este caso la desaparición de Lichita en un territorio indígena invadido y bajo control militar.

Las instituciones Paraguayas en su retórica discursiva, alardean de la vigencia plena de un Estado de derechos. Sin embargo, en lugar de asumir su responsabilidad de órgano garante, de hacer cumplir los convenios y tratados  internacionales sobre el derecho de la niñez y adolescencia. Éstos, antes que activar los resortes legales para el esclarecimiento de los hechos, persigue, criminaliza y arma causas judiciales a militantes, que, como gesto humanitario contribuyen con la búsqueda de Lichita en el territorio alrededor de la comunidad Jasuka Venda de los Pa’i Tavytera y su santuario el cerro Guazú donde desapareció Lichita.

La desaparición forzada de Lichita en un territorio bajo control de la FTC(Fuerza de Tarea Conjunta) se configura en un crimen de Estado atroz,  que nos retrotrae a épocas en que la dictadura desplegaba como herramienta política para excluir al otro distinto. La persecución, la  negación a opositores, las desapariciones, torturas y  asesinatos.

El desteñido y declinante sistema Republicano paraguayo exhibió los cuerpos de Lilian Mariana y María Carmen como trofeo de guerra al puro estilo del grabado de,  “Ursúa”, de William Ospina en la que está plasmada la escalofriante imagen de un grabado de 1602, titulado: “Pizarro suelta a los perros”. En dicho grabado puede verse a un grupo de indígenas que están siendo destrozados a dentelladas por varios perros, entrenados para tal fin ante la mirada complaciente de los soldados españoles». En claro estilo mafioso desaparecedor del Estado fascista capitaneodo por el heredero político y biológico de la dictadura presidente Mario Abdo Benítez, promovió celebraciones, de un crimen de dos niñas, como una victoria. No reconoce la desaparición de Lichita, a pesar de suceder en el marco de un operativo militar. No busca a Lichita ni deja ser buscada por la militancia que en un gesto humanitario ha desplegado varias acciones para continuar su búsqueda.

Lichita hija mía te estamos buscando y no dejaremos de buscarte.

Carmen Villalba

Prisionera Comunista.