(Por Kuña Mbarete/APL) Los días 22, 23 y 24 de noviembre en la capital de la provincia de Corrientes se realizó el 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No binaries. En este marco se concretó un Pre-encuentro en el Instituto Pelletier (Unidad Penal Nº 3), donde los talleres vinculados a mujeres y contexto de encierro fueron realizados también con las compañeras detenidas. Esto logró materializar meses de trabajo y diálogo entre el adentro y el afuera, con el propósito de que sean sus voces y experiencias las que atraviesen los muros.
El viernes 21 de noviembre, a las 16hs era la cita obligada. Los talleres que se realizaron en los días sucesivos en las escuelas se harían previamente en el Penal. No todos, sino el 103: Personas privadas de la libertad: cárceles y sistema penitenciario y contextos no penitenciarios, el Taller 105: El impacto de la cárcel en la vida del entorno de las detenidas y detenides y el 106: Redes de acompañamiento y apoyo entre familiares y allegados de personas con causas judiciales y privadas de su libertad. Ese día pudimos hablar con Hilda Presman quien nos invitó a esta jornada y nos compartió que durante todo el año se realizaron diversas actividades tratando de unir el afuera con el adentro de cara al evento histórico que reunió alrededor de 70.000 personas. Ella comenta que: “generamos una experiencia que consideramos histórica para visibilizar la situación de las mujeres privadas de su libertad y darles la oportunidad que puedan contar sobre sus condiciones de vida, sus demandas, sus conflictos y vulnerabilidad. Por eso generamos un espacio de intercambio y de debate que denominamos Pre-Encuentro. Esto es inédito en la historia de los encuentros, donde prácticamente de forma simultánea los debates se realizan intramuros con las propias mujeres privadas de su libertad, colaboradoras y miembros de la organización del encuentro; tocando los mismos temas que se debatirán afuera”.
Ella nos recuerda que en el 2017, cuando se realizó el Encuentro de Mujeres en Chaco, hicieron una jornada de debate que se trasladó también al documento que posee las conclusiones de cada taller. Sin embargo, en este caso hubo un trabajo previo durante el año qué intentó vincular la Comisión Organizadora del 38° Encuentro con la población penal. Por esto se buscó generar vínculos de antemano qué estimulen las actividades productivas y las actividades culturales por medio de una peña con una feria con mujeres que cantaron y generaron un espacio cultural intramuros.
De este proceso que lleva meses este Pre Encuentro es la actividad de cierre y, que en palabras de quienes coordinan la actividad “nos permite verdaderamente derribar los muros y lograr que entre el adentro y el afuera se genere un puente de contención, de abrazo”. Por eso, el punto de encuentro esta vez no fue una escuela, sino “El Pelletier”, donde están privadas de su libertad alrededor de 48 mujeres y disidencias condenadas, procesadas o detenidas por delitos provinciales y federales, siendo esta la única cárcel de mujeres de la provincia y está ubicada en la capital correntina (dato no menor para entender muchas de las problemáticas que se plantearon).
Algunos de los comentarios recurrentes entre ellas fue que existe un impedimento del vínculo con el exterior, ya sea por la burocracia que se le impone a las familias, o por las trabas para generar nuevos vínculos (se exige acreditar casamiento). “El Pelletier”, fue previamente dirigido por una orden religiosa en una provincia con presencia del catolicismo muy marcada, por lo que sus lógicas pesan sobre las compañeras, situación que no ocurre en las cárceles de varones de la provincia. Sobre esto una compañera conto que “A nosotras nos hacen problemas para las visitas, para visitar a los hombres solo piden DNI. Acá hasta papeles de buena conducta te piden”.
La burocracia que denuncian las detenidas es en el ingreso de las visitas. Donde hay hostigamiento a menores de edad por vestimenta, maltrato en las entrevistas a familiares, desconsideración con las visitas del interior de la provincia, los cuales gastan tiempo y recursos y son impedidos del ingreso por un papel. Muchas manifiestan que la regularidad de las visitas se ve disminuida por todo esto, o directamente es interrumpida. Ellas dicen “Esta gestión está cortando el vínculo afectivo y familiar”.
Otro tema importante fue la relación con la Justicia, el servicio penitenciario y los profesionales que las atienden. Ya sea la psicóloga, criminóloga o asistente social ellas manifiestan que no la atienden o que son juzgadas tanto por ellas como por el servicio en general. Los profesionales escarban sobre los hechos, ejerciendo violencia psicológica y abuso de poder.
Muchas consideran que no hubo perspectiva de género en el proceso de sus condenas y que las mujeres reciben condenas más largas, las cuales no contemplan sus contextos e historias. “La justicia es rápida para condenar, pero lenta para solucionar”, menciona una de ellas, ya que las aperturas o revisiones de causas no son fáciles.
Sobre la salud ellas comentan que se demoran mucho en las atenciones. Una compañera trans dice que no está hormonizada y no le hicieron controles para empezarlo; otra qué tardó casi un año sus lentes después de una operación de cataratas. Actualmente no cuentan con atención ginecológica. A su vez, sobre la salud mental, dicen que hay una sobremedicación por parte del servicio.
De la inserción laboral denuncian que la burocracia está impidiendo que ingresen los paquetes con material para realizar sus trabajos, los cuales son limitados por el servicio penitenciario. Muchas considera que no existe la reinserción y que no existe una estructura que permita el trabajo afuera. Y adentro realizan las “Fajitas” como servicio laboral prestado al servicio penitenciario. A ellas les gustaría que existiera una posibilidad de trabajo real al finalizar sus condenas.
Tal como mencionaron desde la coordinación de este evento “Fue un debate muy enriquecedor. Donde se pudieron abrir las compañeras privadas de su libertad, expresar su condicionamientos, su vulnerabilidad. Yo creo que todas, tanto las que quedaron adentro como las qué salimos sentimos un alivio, un acompañamiento, una contención que creo es también parte de estas experiencias de deliberación colectiva que nos iguala, nos hermana”.
Si bien todas se mostraron agradecidas de poder compartir su experiencia y de que se están generando estos vínculos que intentan derribar los muros, no podemos dejar de mencionar que esa frase que sirve de reclamo y que es el título de esta nota apareció. Ante la pregunta de si se sienten acompañadas por organizaciones sociales, de mujeres o disidencias, etc., ellas fueron tajantes: No. Y si bien entienden que el Servicio Penitenciario toma represalias cuando son acompañadas por el afuera, la realidad es que ellas dicen que les gustaría que pase. Aun sabiendo esto, ellas prefieren que ocurra. Por eso, está en nuestras manos y piernas, el poder luchar contra esta realidad que duele: “No estamos todas, faltan las presas”.